15.02.90 -¿Jesús? -Yo Soy. Apóyate enteramente en Mí. El convocar a Mis corderos para alimentarlos con Mi Pan, Me glorifica. Ven, déjame darte algunas palabras de Luz: Yo soy la Resurrección que vuelve a los muertos a la Vida. Sigue tu camino ahora y ¿recuerdas...? ¡Vamos, dilo! - Tu Presencia, Señor. -Sí, Mi Presencia, y la de Mi Madre también, hija. Temprano, en la tarde, (...) y yo nos arrodillamos delante de mi pequeño altar para rezar los misterios dolorosos del Rosario. Desde que iniciamos el misterio doloroso de Getsemaní, comencé a experimentar una gran dificultad para pronunciar las palabras. Me sentía incapaz de decir una sola palabra y parecía como si mi espíritu entrara, nuevamente, en una especie de éxtasis y de esta forma, me encontré viviendo la agonía de Jesús en Getsemaní. Me quedé en este estado hasta la última "Ave María". Luego, cuando (...) que proseguía, comenzó el segundo misterio, la Flagelación, me encontré lanzada violentamente sobre la alfombra, postrada, y mis brazos un poco por encima de la cabeza. Sufrí la flagelación. Mi cuerpo se sacudía violentamente cada vez que el "azote" caía sobre mí. Para esta primera vez, Nuestra Santa Madre me preparaba para cada misterio. Y así, viví toda la Pasión hasta la Crucifixión, pasando por las agonías y los sufrimientos de Jesús. No tuve dolores físicos, todos los dolores eran interiores. Como una hora más tarde, sufrí de nuevo toda la Pasión. Después, hacia las 18.30 horas, sucumbí, una vez más, viviendo toda la Pasión, más violentamente que nunca. -Este Regalo te es dado ahora por Mi Amor. Tú no has merecido Mi Don. Sin embargo, Yo soy tu Dios y paso por alto todas tus debilidades y te he perdonado tus pecados. -Ah, Vassula.... Mi Espíritu de Amor invadirá todo tu ser. Deja que Mi Espíritu descanse en ti y tú experimentarás grandes maravillas. El Amor te ama. |