20.02.1990
De nuevo hoy, mientras rezaba los Misterios Dolorosos del Rosario, experimenté parte de la Pasión del Señor. Experimenté parte del Getsemaní y parte de la Crucifixión. Hija, penetra más profundamente en Mis Llagas. Escucha los Latidos de Mi Corazón... Mi cariño por ti ha llegado a ser locura, hasta el grado de que ahora quiero hacerte que participes Conmigo, de Mi Pasión. Ámame como Yo te amo. Mi Pasión se repite cada día. Cada día Soy arrastrado por el camino del Calvario por aquellos que no siguen ya Mi Senda. Mis Agonías son multiplicadas cuando veo a Mis hijos dirigirse al fuego eterno. Mi Corazón se hunde en intolerables dolores al observar tanta ingratitud en esta tierra. Mi Cuerpo es flagelado sin piedad. Yo sufro. Sin embargo, he llenado sus casas con cosas buenas. Les he dado Mi Paz. Yo los he amado y los amo todavía hasta la Pasión, y sin embargo, soy coronado con una Corona de espinas por ellos mismos. Yo estoy ante ellos como un Mendigo, con Mi Corazón en la Mano, suplicándoles. Pero, a cambio de una mirada amable, ellos se burlan de Mí, Me escupen, se mofan de Mí, golpean Mi Cabeza y Me llevan con violencia al Monte, donde Me vuelven a crucificar. Yo Me consumo lentamente y Mi Sangre se derrama sin cesar. Soy crucificado de nuevo cada día por los pecadores. Yo necesito descansar. ¿Me dejarás descansar? Toma Mi Corona de espinas, Mis Clavos y Mi Cruz... ¿No tienes nada que decirme? Tú que me has confiado Tus Joyas más Sagradas, Tú que me has cubierto con Tu Amor y Tu Ternura, Tú que has derramado en mi Tus Enseñanzas, como mirra y que me has llenado del aroma de Tu Perfume, yo me regocijo en Tu Presencia. Tú me has dado el Don de Tu Amor. Tú me has dado el Don de Tu Pasión y yo, en mi pobreza, no puedo ofrecerte sino más que mis bendiciones, mi voluntad, mi alma y mi corazón. |
23.02.1990
A las quince horas, sin falta, fui a la cita con el Amor para encontrar a Jesús en Su Pasión y Su Cruz. |