(Mt 27,35-55; Mc 15.24; Lc 23,33-49; Jn 19,18)
Rápidamente, Me clavaron primero las Manos; y después de haber permitido a los clavos que Me fijaran a Mi Cruz, extendieron Mi Cuerpo Quebrantado y, violentamente, Me traspasaron los Pies. Hija, oh hija, qué dolor, qué agonía, qué tortura de Mi Alma. Abandonado por Mis Bienamados, renegado por Pedro, sobre el cual fundaría Mi Iglesia, renegado por el resto de Mis amigos, dejado Solo, abandonado a Mis enemigos, Yo lloré, porque Mi Alma estaba llena de dolor. (9 de noviembre de 1986)Les he permitido crucificarme, todo esto por Amor a vosotros. ¡Oh hijos del Crucificado! ¿Cómo podéis olvidar todo lo que Yo he hecho por vosotros? La Sabiduría ha sido sometida a coacción y juicio. Yo he sido despreciado y rechazado por los hombres para soportar vuestros sufrimientos. Yo he sido clavado en el Madero para liberaros. Yo les he permitido traspasarme para salvaros. Yo he aceptado la muerte más dolorosa para que vuestra alma pueda vivir y compartir Mi Reino. Yo he dejado correr Mi Sangre a Torrentes para que obtengáis la Vida Eterna. Por vosotros Me he dejado considerar como pecador (3 de marzo de 1989)
¿Cómo es que no se aman los unos a los otros?. ¿Cómo pueden HonrarMe, cuando seleccionan y rechazan?.