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TENGO CONMIGO DOS ALIANZAS


23.03.87

-Recuerda, Yo soy uno, la Santísima Trinidad es Una. Yo quiero que nuestra unión sea perfecta. Disciérneme atentamente. Sí, has visto bien, tengo Conmigo dos alianzas.
-¿Son de plata? ¡Muy brillantes!
-Son de puro oro blanco.

(Entonces pensé que el demonio me engañaba. ¿Cómo podía ser posible?)

-Escucha, Vassula, soy Yo, Jesús, no temas. Bienamada, Yo te he traído esta alianza y ahora quiero que tú la lleves. Reconóceme.
-Pero, ¿es posible?
-Sí. ¡Yo bendigo nuestra unión! Bienamada, este acto es un acto espiritual divino. En verdad Yo te digo, tu alma está unida a Mí. Créeme, Yo santificaré nuestro matrimonio. Permíteme que coloque esta alianza en tu dedo. Yo te amo, siénteme. Yo te amo y te bendigo.

(Jesús colocó la otra alianza en Su Dedo.)

-¿Ves? ¿Qué es lo que todavía puedes distinguir?
-Veo dos "círculos" unidos por una cinta.
-Esos círculos los pongo sobre nuestras cabezas. Ahora nosotros estamos ligados. Yo corono nuestra unidad.
-Jesús, ¡muchas personas se burlarán de mi fantasía!
-¿Por qué? Muchas vienen a Mí y Me desposan, glorificándome, y ¡Yo Me alegro mucho de estar unido a ellas!
Vassula, Yo te he sacado de entre los muertos, he derramado Mi Luz sobre ti, Me he fijado en ti y te he consolado. Déjame pues, libre para continuar Mis Obras sobre ti hija Mía. Sé como yeso blando, que se deja modelar como Yo lo deseo. Déjate libre en Mis Manos y no Me resistas.
-Señor, ¡soy tan feliz, incluso demasiado, y tengo tanto miedo de engañarme!
-No, tú has discernido bien: Yo te amo hasta tal punto que estoy dispuesto a venir a buscarte inmediatamente. Suspiro por la idea de liberarte y tenerte cerca de Mí, pero Yo te he creado para este Mensaje.
-Señor, tengo miedo de haberte comprendido mal y haberte ofendido pensando que Tú me has dado una alianza y que nos has unido. Sin embargo, estoy segura de ello.
-Esposa Mía, Mi miserable esposa, ¿por qué Me tienes miedo? No Me entristezcas y acércate a Mí, Yo te amo, apóyate en Mí y recuerda que soy realmente Yo quien ha santificado nuestro matrimonio. No te inquietes, pues soy Yo, Jesús. Deja tus temores y acércate a Mí. He sentido tu mano 1 .

Yo había estado mirando el cuadro de la Santa Sábana mientras escribía, e inconscientemente, en mi espíritu, había retirado cariñosamente Sus cabellos del lado izquierdo hacia atrás. ¡Su reacción, tan rápida, me sorprendió!

-Jesús ¿has sentido verdaderamente mi mano?
-Sí, Vassula, ¿te das cuenta de que Yo soy Dios?
-Lamento haber hecho esto.
-No te preocupes, ten intimidad Conmigo, como ya la tienes. Ven, dame tu mano y Yo la guardaré en la Mía.


1 Jesús dijo esto inmediatamente