22.01.90 Mensaje para Francia, dado para la reunión de oración del 11.02.1990, en Niza. -La paz esté con vosotros. Yo soy el Espíritu de Amor, de Paz, de Reconciliación. Yo soy El que os ama más. Yo soy vuestro Creador. Os digo solemnemente que Yo continuaré difundiendo Mi Santo Espíritu en vuestros hijos e hijas como no ha sucedido nunca desde hace muchas generaciones, para alimentaros directamente con Mi Propia Mano y poner Mi Ley toda entera en vuestros corazones. En vuestros días Yo estoy revelando Mi Santo Rostro a todos vosotros, Mis bienamados. Yo os revelaré Mi Gloria, y a ti, que a lo mejor no Me conocías todavía, Yo vendré también a ti, y tomaré tu mano en la Mía y la pondré sobre Mi Sagrado Corazón. Yo te haré sentir los Latidos de Mi Corazón y, si entonces Me lo permites, Yo seduciré tu pequeño corazón y lo consumiré en Mi ardiente Amor y lo haré enteramente Mío. Si os abandonáis a Mí, Yo os formaré a Mi Divina Imagen. Yo os devolveré vuestra divinidad y os haré santos como Yo soy Santo. Venid, pues, a Mí, vuestro Salvador. ¿Por qué mirar a otra parte? ¿Por qué buscar lo que el mundo ofrece y no dura? Buscad lo que es Santo y Eterno. ¿Por qué fiarse de lo que el mundo ofrece cuando lo que ofrece no dura? ¿No habéis ya oído que Yo he dicho cómo toda carne es heno? El heno se seca, la flor se marchita, pero Mi Palabra permanece para siempre 1 . Volveos a Mí y confiad en Mi Amor. Hijitos Míos, Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. No escuchéis al Tentador que busca la ruina de vuestra alma -su imperio está en el mundo- sino escuchadme a Mí, vuestro Dios, que os ofrezco hoy Mi Mano y que Me inclino hasta vosotros para levantaros del polvo y haceros santos en Mi Corazón. Escuchadme y heredaréis Mi Reino. Venid a Mí y haced la paz Conmigo. Yo os dejo Mi Paz, una Paz que el mundo no puede daros. Ven, tú que no Me has reconocido todavía como a tu Redentor, y despréndete de las cosas rudimentarias que no pueden ni educar ni alimentar tu alma. ¿Por qué hacerte esclavo de ellas? Vuélvete a Mí incluso en tu miseria y en tu culpabilidad. Yo te acepto tal como eres y te digo que ya te he perdonado. Déjame decirte, Mi niño, que ningún hombre tiene un amor más grande hacia ti que el Mío. Alza tus ojos hacia Mí y mira quién te suplica: soy Yo, Jesús, tu Salvador, que vengo a ti hoy día, hablando por la boca misma de los más pequeños de vosotros. Yo vengo descalzo 2 y como un mendigo a pedirte una respuesta de amor. Yo estoy en busca de tu corazón, no Me rechaces... Día y noche tiendo Mis Manos hacia ti. ¿Cuándo vendrás a Mí? ¿Cuándo escucharé tu respuesta? ¿Encontraré una respuesta en este desierto, hijo? ¿O bien el silencio recubrirá Mi Alma? Escucha, escucha Mi súplica, tú puedes ofrecerme consuelo. No temas, Yo te ayudaré. ¿Ves? Yo te renovaré por completo si tú te abandonas a Mí. Yo he venido hasta tu puerta, y si os habéis congregado aquí hoy para escuchar lo que os dice Mi Espíritu es porque Yo he querido que sea de esta manera. Yo he venido a darte Esperanza, he venido a darte Luz; no he venido a condenarte sino a despertarte, Mi niño, y a mostrarte Mi Sagrado Corazón, y Quién está delante de ti. Vosotros sois Míos, aunque no todos lo sois, porque algunos ponen el honor de los hombres delante del honor que viene de Dios. Por eso Yo os digo solemnemente: Recibid Mi Espíritu Santo hoy... Recibid Mi Espíritu Santo hoy... Recibid Mi Espíritu Santo hoy... Vuélvete a Mí, Yo deseo librarte del mal y despertar tu amor por Mí. Yo deseo mostrarme a ti y darte la señal de Mi Santa presencia como la he dado a otros, llenándote de Mi delicado perfume de incienso. Ven, pues, a Mí para hablarme. Hablarme es orar, orar con tu corazón. Yo he venido en la calma de la noche a recordarte Mis preceptos. ¿No sabes que desde el comienzo de los tiempos, desde que fue puesto el hombre en la tierra, se ha preparado para ti una morada en el Cielo? Tu Casa está en el Cielo, Conmigo, a Mi lado. Que esta morada se llene de tu presencia. No Me obligues a ver tu morada vacía por la Eternidad... Vuelve a Mí, deja de errar a la ventura en este desierto, búscame, hijo Mío. Deja de hacer el mal, aprende a perdonar, aprende a hacer el bien. Ten confianza en Mí, tu Dios, aprende a amar a tus enemigos, haz la paz Conmigo. Yo te digo solemnemente que si la tierra está hoy colmada de desastres, es por el fruto de su apostasía. Ah, Mis amigos, vosotros todos que Me amáis y Me consagráis vuestra vida entera, vosotros que habéis liberado al necesitado cuando lo pedía y habéis dado vuestro calor al huérfano que no tenía amor, vosotros que sois sensibles a las necesidades de los pobres y que consoláis a la viuda y que abrís de par en par vuestras puertas a los sin padre, y vosotros, que tratáis de servir a la causa de la Justicia, sin jamás levantar la mano contra los inocentes, ¡alegraos! porque sois verdaderamente Mis hijos. Hoy, Mis amados, os pido que oréis con fervor y reparéis por los que ama Mi Corazón, pero que se han vuelto contra Mí. Yo os pido que os inmoléis por aquellos que agravan Mis Heridas al verlos cómo matan a su hijo aun antes de su nacimiento. Orad por el seno que forma a esos niños pero los olvida y no se acuerda más de su nombre. Invocadme en vuestras dificultades y Yo acudiré en seguida a vosotros. Contad vuestras gracias y alabadme. ¿No habéis oído antes que Yo socorro a los que se aferran a Mí? Vosotros no estáis sin padre, tenéis un Padre en el Cielo, que os ama infinitamente y su Nombre es como una mirra que sale de Él a raudales, para ungiros y bendeciros. Mis bienamados, Yo os hago el don de Mi Amor. Animaos vosotros todos que os inmoláis por los demás. Yo estoy al lado de vosotros para consolaros. Animaos, hijos Míos, vuestro Dios está cerca de vosotros, muy cerca, y muchos han oído Mis pasos. El Amor está volviendo a vosotros como Amor y habitará en medio de vosotros. Yo os bendigo a cada uno de vosotros, dejando Mi Suspiro de Amor en vuestras frentes. Sed uno. 1 Is 40,6-7; Cfr. Mc 13,31 2 en simplicidad, sin escoger almas particularmente santas para manifestarse a través de ellas |