Roma, 08.08.88 - Bienamada, deseo recordarte que Yo Soy tu Pastor, que te ha buscado y, finalmente, encontrado. Tú yacías muerta entre otros muertos. Yo Soy La Resurrección y sólo a través de Mí encontrarás la vida, la Vida Eterna. Pero sucede que, a Su retorno, el Pastor descubre que Sus corderos se han dispersado, hambrientos, un gran número de ellos, y el Redil en que se encontraban, destruido por sus propios amigos. Mis corderos, maltratados y hambrientos, yacen muertos. Esos pastores que tenían a su cargo Mi aprisco Me han desobedecido, Me han sido desleales. Tengo, pues, que apartarlos por temor de que causen mayores estragos. Esto será conocido como la gran tribulación de Mi Iglesia. Ven, estás aprendiendo. El Amor te Ama. |