25.04.88 He leído, corno de costumbre, las tres oraciones y he recitado dos veces el "Gloria a Dios". - Dios mío, ¿eres Tú? - Yo Soy. Hija Mía, a pesar de tu incapacidad para profundizar en los dones que derramo sobre ti, te amo infinitamente. Vive para Mí. Tenme a Mí en primer lugar. Mi Casa está en ruinas, Vassula, y quiero reconstruirla. Yo te mostraré de qué manera el Amor desea amor. Háblame siempre como ahora. Siénteme, pues estoy junto a ti. Ven a Mí libremente. Ábreme tu corazón y trátame como a un amigo, como a tu Padre. ¡Sin embargo, no olvides jamás, que Yo Soy Santo y tu Dios! Diles que las palabras sencillas, que salen del fondo del corazón son más dulces que las palabras sofisticadas que salen de sus labios. No Me tratéis como a un extraño. Yo, El Señor, os bendigo. |