2.10.87 -Soy Yo, Jesús, haz saber que cualquier imagen Mía, o de Mi Madre, ha de ser honrada, porque nos representan, al igual que Mi Cruz Me representa. Haz saber que Mi Sábana Santa es sin duda auténtica, es la misma que Me cubrió, bendecida por Mí. Vassula, entra en Mi Corazón, déjame que te esconda allí dentro. Descansa, ven, ven a tu Padre. Sentí cómo Dios me envolvía, estaba envuelta en Él y me sentía feliz. Salí a hacer fotocopias de mis cuadernos. Mientras estaba en la tienda me encontré a mí misma intentando consolar a Santa María. Cuanto más pensaba en el incidente del pastor más triste me sentía. Estaba intentando contener mis lágrimas. Me puse las gafas de sol por si rompía a llorar. ¿Cómo era posible? Nunca supe que había cristianos que no veneraban a nuestra Madre. El pastor parecía inflexible en sus creencias. Y él estaba hablando de unidad. ¡Cómo es posible, mostrándose tan rígido, tan inflexible! ¡Mi Dios y Tú quieres unidad! A menos que Tú los inclines con Tu propia Mano, no veo manera de hacerlo. Reparé por este pastor, como Santa María me ha pedido. En el aparcamiento vi al guarda, un hombre bastante mayor, y me dio tanta pena que se me saltaron las lágrimas de nuevo. ¡Oh Dios mío, por qué me has hecho tan sensible! No puedo ya soportar algunas cosas. Salí, recordando que me había olvidado de comer. De todas formas no hubiera podido tragar nada, pero fui a tomar un café para no sentirme débil. Pensaba continuamente en Santa María y en Jesús, tan heridos. El café sabía amargo. Dios nos ha avisado ya muchas veces que si no cambiamos ¡vendrá el castigo!: ese que vi en la visión. La Sodoma de hoy se derrumbará de nuevo. |