26.10.1997
No dejes que se apodere de mí la tentación y me haga presa de la duda; hay en mi corazón, un deseo que, ardiendo como un horno, no puede ser apagado hasta que sea satisfecho; el deseo de atraer almas a Ti, pero la tentación me hace dudar que Tú, verdaderamente, hayas abierto mi boca y me hayas elevado en Tus Cortes. Yo soy tu Fortaleza. Pequeña niña insensata ¿no has comprendido? Yo soy Quien te llena de Mi Conocimiento; soy el Santo que llena tu corazón de alegría; soy Yo, tu Padre. No te preocupes por tu desconcierto, órame con tu corazón. Confía en Mí y permítete ser sumergida en el Océano de Mi Misericordia. Satisface Mi sed de almas. La Bondad y la Misericordia son una luz a tus pies. Te he manifestado Mi Amor para que Me comprendas. Sé como un libro sonoro y habla, expresa lo que Yo te he expresado. Rompe el silencio de la muerte y cita Mis Palabras. Dame a conocer a aquellos que nunca Me buscaron, para que reflexionen que Yo Soy El que Soy, es su Esposo. Éste es un misterio que desafía no sólo a los apóstatas sino también a aquellos que, aunque predican Mi Palabra, nunca Me han encontrado y ni Me conocen. Yo, tu Señor, Padre, Esposo, y Maestro de tu vida te bendigo en Nuestra Santidad Trinitaria. ¿Ves? En Mi Nombre, también, bendice a Mi pueblo. |