¡El Señor es
Maravilloso!
EL SIGUIENTE
TESTIMONIO LO ENVÍA UNA PERSONA DE BARRANQUILLA,
COLOMBIA.
No quería dejar pasar este día sin
compartir la felicidad que sentí hoy por los regalos que el Señor me
ha dado estos días. Y es que los regalos que el Señor nos da son
sutiles. Todo lo que viene del Espíritu Divino es muy valioso, pero
tenemos que no sólo saber "mirar", sino
también "ver", pedirle a Jesús, con la intercesión del Arcángel
San Gabriel, que nos ayude a estar atentos de todo lo que Él nos
muestra y nos da, y muchas veces no
vemos.
Se acabó mi desierto (eso espero, así lo
siento en este momento), porque hoy me devolvió el Señor el
ansia inmensa de estar todos los días con Él. Hacía un buen tiempo
que transitaba por un arenal inmenso, donde me ahogaba, y no podía
salir. Desde hoy, volví a ir a Misa para ofrecerla por tanta
gente…, pero como la
Misericordia de mi Señor es tan grande, sé que lo que yo haga lo
hace valer para todo. ¡Qué delicia! ¡Qué gozo tan grande!
Definitivamente, mi Señor es MA-RA-VI-LLO-SO. No digo más, para no
limitar Su Grandeza con mis palabras.
Tengo que empezar diciendo que, por lo
general, no salgo de mi casa, nada más que para la Iglesia, a casa
de mi hija o alguna que otra vez a otro lado. Este año fue difícil
económicamente, y sufrí falta de trabajo; sin embargo, decidí
utilizar el dinero que recibí por un trabajo en la computadora, y
fui a compartirlo.
Salí a Misa y he visto algo
hermoso. La gente de mi Barranquilla, mi gente en las calles
(vi sólo a tres, pero sé que había más, porque me contaron de
personas que lo hacen), estaba repartiendo comida y regalos a los
niños de la calle. Jamás, jamás, había visto tanto niño, tanta
gente con hambre. Claro se vienen de los barrios donde viven, a
pedir un poco de comida o algún juguete que quieran darles hoy 24 de
diciembre, cuando todos los niños de padres pudientes tendrán tantos
regalos que ni siquiera alcanzarán a jugar con ellos en muchos días
y tanta comida en su mesa que sobrará para los
próximos.
En la esquina de la Iglesia, repartí 40
almuerzos a pequeños y grandes, y como no alcanzó el arroz con lisa
(plato típico de aquí), compré leche y pan para los 17 que
faltaban.
Al regresar a casa después de la Misa, me
encontré a cuatro hombres y tres mujeres, que habían instalado hasta
un paraguas de playa frente a un edificio en construcción
abandonado. Ahí, repartían sopa y arroz como a 50 personas. Jamás
había visto tanta gente pobre por aquí. Esto fue en la calle
84, que es la que conduce a mi casa (yo vivo en la 82). Me quedé
conversando un rato con esa gente. La verdad era que estaban
esperando si encontraban a otro muchacho que vendiera arroz con lisa
para darle a las mamás de esos niños. Estuve casi una hora con
ellos, y logré hablarles un poco del Señor. No me van a creer, pero
al llegar ahí sentí un dolor horrible en el talón del pie, tanto que
no podía caminar. O sea que quisiera o no quisiera, tenía
que parar donde estaba esa gente. ¿Qué tal? ¿Ven cómo es de
maravilloso mi Señor? No pude alimentarles el cuerpo, pero alimenté
un poco su alma.
Más adelante, a la altura de una clínica,
un médico repartía juguetes, muy discretamente, desde su auto.
Alcancé hasta a ver la gran bolsa donde los había
llevado.
Y esto fue sólo lo que vi en ese
trayecto, pero sé de personas se van al centro, con comida, a un
área donde hay mucho indigente, y la reparten a todos. Otras
personas van también en su auto repartiendo regalos; sin bajarse,
sólo los entregan y se van.
Al llegar a mi casa, mi mamá me recibió
con un regalo en dinero que me mandó una hermana que vive en
Bogotá. ¡Era más de lo
que yo me había gastado en la comida! ¡ES QUE EL SEÑOR ES
MARAVILLOSO! ¿Se
imaginan? ¿Se imaginan eso?
MORALEJA. Amigos, no
teman dar aunque se queden sin nada; aunque piensen que mañana no
tendrán para comer, o para comprar algún artículo de primera
necesidad. No teman jamás si están con el Señor. Él nunca desampara
a nadie que se preocupa de su prójimo. ¡Nunca! Además, uno siempre
tiene la forma de recibir lo que necesita (hasta regalado, ¡como
yo!), esa gente pobre no. Eso en cuanto a lo material, ¿cuánto
no nos daría el Señor cuando damos de nosotros mismos? Más, mucho
más.
Bueno, envío este testimonio, porque hay
que compartir lo bueno que se ve para la gloria de Dios, para vivir
más aún el gozo de estar con Él, y para que los que elevan sus
oraciones al Señor pidiendo por los demás, sepan que son escuchadas,
aunque no necesiten esa confirmación. Mi Señor siempre escucha y da
cuando le pedimos, para eso es nuestro
Abba.
Con amor,
"Que Dios te bendiga y te guarde; que Yahvé haga brillar Su
Rostro sobre ti y sea benigno contigo; que Dios te muestre Su Rostro
y te conceda la Paz."
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¡EL
AMOR TE AMA!
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