PENTECOSTÉS

¡VEN, ESPÍRITU SANTO!

¡LLENA LOS CORAZONES DE TUS FIELES Y ENCIENDE EN ELLOS EL FUEGO DE TU AMOR!

Los siguientes pasajes han sido tomados del Cántico del Espíritu Santo, dictados a Vassula, por el Espíritu Santo.

7 de junio de 1998

Yo puedo transformar sus mentes aprisionadas y liberarlas para que sus pensamientos y palabras sean solamente sobre cosas espirituales. Por lo tanto, no digan: "Estoy condenado por el beso bautismal de muerte de Satanás". ¡No!, no si vienen a Mí ahora. Yo soy el antídoto del beso mortal de Satanás. Yo soy el antídoto de la Muerte misma... Es verdad que sin Mí su cuerpo está muerto, pero Conmigo su cuerpo vive y, en Mí y, a través de Mí, serán contados como un hijo de Dios. Es por esto por lo que deben permitirme reinar en sus corazones y hacerlos hijos e hijas del Altísimo.
 

Las Escrituras dicen: ¹⁰ "Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios". Para ver a Dios y reconocerle como su Padre, tienen que haber nacido de Mí, el Espíritu Santo, por la gracia. ¿De qué otra manera verían a Dios? ¿Acaso un niño, antes de haber nacido, ha visto a su padre? No, sólo hasta que nace verá a su padre. De igual manera es con su nacimiento espiritual de Mí. La carne es carne y tiene la visión de la carne, pero al que nace del Espíritu, se le da una visión de Dios que lo capacita para poseerlo, reconocerlo y penetrar en Sus profundidades.

Tengan confianza y vengan a Mí, y Yo los transformaré, de un ser rebelde, a un ser honrado, conduciendo a su alma hacia la santificación y, entonces, el pecado ya no tendrá más poder sobre ustedes. El pecado es como un malvado maestro para ustedes y no deberían dar a este maestro oportunidad alguna, en ninguna circunstancia, para que se imponga sobre ustedes. Pero Yo, que soy la Fuente de todo lo que es Bueno, puedo dominar a su malvado maestro, que es el pecado, porque Mi Ley es una Ley de Bondad y Vida, que somete todas sus malas inclinaciones.

Vengan y encuéntrenme en simplicidad de corazón y fijen su corazón en Mí. No acudan a Mí con desconfianza, ni con brillantez del hablar mundano; no se acerquen a Mí con engreimiento, vicios o falsedad. Nadie que viene de esta manera, Me posee o Me ve jamás.

Sin embargo, las almas que caminan a la luz de la contrición e inocencia, no serán privadas de Mi Presencia. Volaré hacia ellas desde Mi Gloria, en una luz brillante, seguido por miríadas de ángeles, para sanarlas, renovándolas y haciéndolas un espíritu con el Mío, para heredar Mi Reino. La carne y la sangre no pueden heredar Mi Reino, porque lo perecedero no puede heredar lo que perdura para siempre.

21 de junio de 1998

Mi Compasión está contigo, Mi débil criatura. Yo te he revelado a ti y a otros la Mentalidad de Cristo, tal como Cristo te reveló la Mentalidad del Padre. No dudes de Mi Poder, no dudes de Mi favor que te he conferido para que seas capaz de escucharme, de entenderme y esta vez de contemplarme a Mí. Yo te he vaciado por gracia y te he llenado de Mí Mismo. Por tanto sé feliz, Yo te quiero siempre feliz, porque tu patria es el cielo.

No, no he venido a infligir castigo en ti, sino que, por el contrario, vine a ti para desposarte, y como esposo que prodiga a su esposa con regalos, Yo te he adornado con Mis divinos regalos. No es la elocuencia de palabras lo que Me conmueve o afecta, sino un espíritu contrito. ¿No te enseñan las Escrituras a amar la virtud? Si Me buscaras en simplicidad de corazón, no poniéndome a prueba, entonces Yo, en Mi Benevolencia, bajaré del cielo como un relámpago, hasta dentro de tu cuerpo y sería tu lámpara.

Se te ha enseñado que la lámpara de tu cuerpo es tu ojo, y así es, porque un ojo enfermo no tiene visión y sólo tiene oscuridad, mientras que un ojo sano ilumina la vista. Yo soy esta lámpara y cualquiera que Me tiene dentro de él, buscará las virtudes verdaderas y no los vicios. Yo soy la lámpara verdadera de tu cuerpo, que llena tu cuerpo entero con los tesoros y esplendores de Nuestro Reino. Estos tesoros y esplendores son las virtudes. Donde hay Luz, hay virtud. Donde hay Oscuridad, hay vicio. No te equivoques y te aferres a este mundo agonizante, sino sé fiel a Mí y vivirás Conmigo en amor. Ama la virtud.

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ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Dictada el 19 de junio de 1995

Espíritu Santo, Dador de Vida,
Espíritu Santo, Tres veces Santo,
concédeme que yo también pueda
crecer en amor para conocer a Dios
y obtener Su Reino.

Concédeme el Espíritu de Piedad
a fin de que crezca mi espíritu en
los principios de los Santos
y que mis pensamientos se conviertan
en Tus Pensamientos,
mis actos en Tus Actos que
son todo puros y divinos.
 

Espíritu Santo de Piedad,
Amigo de Dios,
enséñame a alcanzar perfección
y control sobre cada parte
de mí mismo, que es tan mala,
para que yo pueda obtener Vida Eterna.
 

Espíritu de Piedad,
hermosísimamente vestido,
ven a mí y viste mi espíritu
de pureza, para que también yo pueda
ser agradable a los Ojos de Dios.
 

Viste mi alma con un Espíritu viviente
para servir a la Santísima Trinidad
con honor y gracia.
Que yo muera a mis principios,
que yo muera a mi parcialidad,
mi tibieza, mi letargo
y mis ambiciones.
 

Ven y revíveme en Tu Pureza.
Proveedor del fruto del
Árbol de Vida,
Alegría Eterna,
concédeme también Tu Espíritu
para ser afín a la Santísima Trinidad
y heredero de Tu Reino.
 

Que mi lengua guste lo que es
más puro a la Luz de Dios
tres veces Santo
y que consuma al Que dijo:
"Yo soy el Pan de Vida".

Espíritu Santo de Vida,
tres veces Santo,
concede a mi espíritu el lograr
perfección en la Ciencia
del Espíritu de Piedad,
para aprender cómo observar con temor
lo que es verdadera Carne y verdadero Alimento,
lo que es verdadera Sangre y verdadera Bebida,
a fin de que yo pueda vivir en el
Padre, en el Hijo y en el
Espíritu Santo,
Trino pero Uno, en la
unidad de la Esencia.
 

Haz que mi alma trabaje por Tus intenciones,
que son santas y redentoras,
y del mayor agrado ante Tus Ojos.
Al entrar en mi alma
Tu Espíritu de Piedad
me convertirá en un siervo
devoto y fervoroso.
Luz estelar de mi alma,
comunícame la piedad
de Tus Santos
para guardar santas Tus Leyes y
muéstrate benévolamente a mi mísera
alma para recordarme que
la incorruptibilidad me llevará cerca
del Dios Trino,
al más Poderoso y el más Santo,
pues desde aquí nada impuro podrá
hallar su camino en mí.
Amén. Ic.

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