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Boletín de
la Verdadera Vida en Dios
16 de enero de
2005
www.tlig.org/sp
"Soy Yo, tu Salvador, Quien ha venido a ti para
sanarte,
alma amadísima." |
Vassula habla sobre las
Profecías
(Después del desastre del Tsunami en el
Sureste de Asia, en diciembre de 2004)
En este artículo, señalaré las
profecías dadas a nosotros por Dios, recordándonos Su Llamado
de arrepentimiento y amor, profecías que hablan de las dos
torres en los Estados Unidos de América y ahora, del Tsunami
en Asia que cobró cientos de miles de vidas, la mayoría de
ellos, niños inocentes.
Estoy segura de que cada uno de
ustedes está en oración por aquellos que sobrevivieron, y que
han participado con donativos a través de sus Iglesias. Es una
cosa terrible ver el dolor y el sufrimiento de personas de
diferentes nacionalidades, que perdieron a sus seres queridos,
de un minuto al otro, especialmente, cuando se trata de niños.
Luego, permanecimos en asombro ante algunos milagros que
sucedieron, como el pequeño colchón flotante con un bebé de 20
días de nacido y el pequeño niño sueco que fue encontrado,
entre otros.
Quizás este fenómeno ha hecho a algunas
personas comprender cómo, ante Dios, somos nada y que nuestras
vidas dependen de Dios y no de nosotros mismos. No podemos
hacer nada sin la ayuda de Dios.
Desafortunadamente,
cuando sucede un desastre de esta magnitud, llevándose vidas
inocentes, habrá algunos que culparán inmediatamente a Dios,
en lugar de culpar a la humanidad pecadora. Para muchos, ésta
será también la única vez que recordarán a Dios, hablando de
Él con enojo, y así, de esta manera, ofendiendo a Dios, aún
más. Al mismo tiempo, la pena y el dolor, algunas veces,
hacen que las personas digan cosas que no pretendían decir.
Debemos orar por estos corazones rotos para que sean
consolados por nuestro Señor.
Cuando alguien me
preguntó una vez, ¿por qué las personas buenas y los niños
sufren e incluso mueren?, Yo Le pregunté a nuestro Señor. Él
respondió diciendo: “Si ustedes mueren es por su apostasía”,
queriendo decir que nosotros atraemos estos sufrimientos sobre
nosotros mismos. Por nuestra propia maldad nos estamos auto
destruyendo, haciendo que incluso la naturaleza se vuelva
contra nosotros. La Madre Teresa, cuando le hicieron las
mismas preguntas, respondió diciendo que las vidas de las
personas buenas y de los niños inocentes son tomadas porque ya
estaban listos para entrar en el Reino de Dios. En las
Esrituras, Cristo lo explica en Lucas 13,1-5:
“En ese momento, algunos
llegaron y Le contaron a Jesús acerca de los galileos,
cuya sangre Pilato había mezclado con la sangre de sus
sacrificios. Jesús les replicó: “¿Creen ustedes que esos
galileos que sufrieron así eran más pecadores que los demás
galileos? Yo les digo que no. Pero, a
menos que se arrepientan, todos perecerán como ellos. Y
aquellas dieciocho personas sobre quienes cayó la Torre de
Siloé y los mató, ¿creen ustedes que ellos eran más
culpables que todas los habitantes de Jerusalén? Yo les aseguro que no. Pero, a menos que se
arrepientan, todos perecerán como ellos”.
Cuando
Dios habla, como Él lo hace en los Mensajes de la Verdadera
Vida en Dios, es para aconsejar a Su pueblo y atraerlos cerca
de Su Corazón. Cuando Dios habla, tenemos que escuchar y
respetar lo que Él dice. Cuando Dios habla, lo hace para
corregirnos y consolarnos. Él habla y nosotros tenemos que
escuchar, doblando nuestros cuellos rígidos, nos guste o no.
El orgullo es la raíz de la incredulidad que se rehúsa a
escuchar. Como un padre, Dios, Quien es nuestro Padre, nos
reprende por nuestra rebeldía y nuestra indiferencia hacia Él,
pero nunca descuidará de alentarnos, levantarnos y darnos
esperanza para avivar nuestra fe. Al mismo tiempo, Dios viene
a nosotros por Su Infinita Misericordia para advertirnos que a
menos que nos convirtamos y vivamos santamente, habrá
problemas en el futuro. Dios no quiere que suframos y es por
esto que, por Su Infinita Misericordia, Él usará cualquier
medio para venir a nosotros y advertirnos, porque todo lo malo
es atraído sólo por nosotros, no por Él.
“Cada día
de tu vida, generación, se revela Mi Gracia y así como
Yo brillo sobre toda la raza humana para llevarla a hacer la
paz Conmigo y con el prójimo, así brillarán también entre
ellos mismos, si tan sólo Me escucharan...” (6.01.03)
Cuando
escucho como, a veces, la gente menosprecia a Dios en Su
Justicia, siento ganas de gritar: “¡herejía!”. Dios es un Dios
de amor, pero también de Justicia. En las Escrituras está
escrito que la Severidad de Dios es tan Grande como Su
Misericordia. Cuando dicen: “Yo no creo que estas
inspiraciones vengan de Dios, porque son demasiado
apocalípticas”, siendo que Dios nos está advirtiendo,
revelándonos claramente lo qué podría suceder si no cambiamos,
a éstos Yo les diría: ¿pueden enfrentar el Día del Juicio sin
temor? ¿Qué hay sobre la ciudad de Nínive? ¿No le dio Dios una
advertencia, a través de Jonás? Dios no quería destruir toda
una gran ciudad, pero Él envió a Su profeta para advertirles.
Y ellos escucharon y ayunaron. La ciudad no fue
destruida.
Uno de los muchos ejemplos en las
Escrituras, sobre la manera en que Dios reacciona, en tiempos
de rebelión y apostasía, se encuentra en Jeremías 4,23-28.
Jeremías dice:
“Miré la Tierra y vi un desecho sin
forma, miré los Cielos y su luz había desaparecido. Miré las
montañas y las vi temblar. Y todas las alturas en movimiento.
Miré, y vi que no había ningún hombre, incluso las aves del
Cielo habían huido. Miré y vi los campos con árboles
convertidos en desiertos, todos sus pueblos en ruinas, ante la
Presencia de Yahvé, ante la Presencia de Su Ira Ardiente. Sí,
así habla Yahvé: “la Tierra entera será desolada, Yo haré que
se termine de una vez por todas, y la Tierra estará de duelo y
los cielos se convertirán en oscuridad…”
Dios nos
ha estado advirtiendo incesantemente para que regresemos a Él
y para que nos reconciliemos con Él y el uno con el otro.
Cristo ha estado suplicando a Su Iglesia que se una. Él ha
estado pidiendo a los pastores, durante 20 años, que se
arrepientan y se reconcilien, trayendo la unidad al unir las
fechas de la Pascua. La Tierra entera se está deteriorando en
su maldad y en su apostasía, transgrediendo no sólo la Ley de
Dios, sino todo lo que es Santo, ofendiendo sin cesar a Dios.
¿Por qué, entonces, se sorprenden cuando la Gracia del
Espíritu Santo aumenta en estos tiempos de oscuridad para
ayudarnos? Pero la Oscuridad está persiguiendo a la Luz una
vez más. Obstáculos, persecuciones, acusaciones, burlas,
difamaciones, prohibiciones y calumnias vinieron de varias
personas, todos estos años, mientras yo estaba tratando de dar
testimonio y transmitirle al mundo la Palabra de Dios,
haciendo esto una misión extremadamente difícil. Muchas de
estas personas pensaron que estaban cumpliendo un santo deber
a Dios…
Está escrito en las Escrituras
que: “En el principio era la Palabra, la Palabra estaba
ante Dios y la Palabra era Dios” (Jn 1,1). “La Palabra
era la Verdadera Luz que ilumina a todos los hombres y Él
estaba viniendo al mundo. Él estaba en el mundo que tuvo su
ser a través de Él y el mundo no Lo reconoció. Él vino a Su
Propio Dominio y Su Propio pueblo no Lo aceptó”. (Jn 1,
9-11).
Durante todos estos años, Nuestro Señor ha
tratado de despertar un verdadero entendimiento en todos
nosotros dándonos, repetidamente, recordatorios: recordando lo
que ha sido dicho en el pasado por los santos profetas y por
Sus Propios Mandamientos. Sus Llamados, al igual que los de
Nuestra Santa Madre, fueron Llamados al arrepentimiento, a la
paz, al amor, a la unidad y a la vida de oración. Nuestro
Señor vino y aún viene, de esta manera, al mundo para iluminar
a todos aquellos que se han extraviado, pero hasta este día,
muy pocos reconocieron Su Bondadosa Presencia y mucho menos
aún, aceptan Su Llamado. Él no desdeñó venir primero a Su
Propio Dominio, entre los Suyos, pero la carne, con sus
corazones endurecidos e incredulidad, rechazaron el Amor, una
vez más. Hasta este día, muy pocos son aquellos quienes Lo han
aceptado, completamente, por Su Llamado de Misericordia y
arrepentimiento, permitiéndole reinar en sus
corazones.
El mundo hoy tiene una actitud, como la del
Faraón, de rechazar, en su necedad e incredulidad, todo lo que
es Santo. De otros, Nuestro Señor dice, que su comportamiento
es peor que el de Sodoma y Gomorra. Todos estos años, Cristo
ha estado suplicando a Su Iglesia por la paz, la
reconciliación y la unidad entre los pastores. Él les ha
estado hablando a ellos, a los Suyos. Sin embargo, hasta este
día, la unidad no está siendo aceptada. En su lugar, muchos de
Sus pastores están burlándose de Sus Propias Palabras dadas en
estas inspiraciones, mofándose de Su Amor Íntimo y tratando,
en sus corazones endurecidos, la palabra “unidad” como un
enemigo. Éstos están al borde de la destrucción y, no
obstante, continúan haciendo lo mismo.
Cuando el Verbo se hizo Carne,
el mundo no Lo reconoció. Incluso, cuando Él fue con Su Propio
pueblo, ellos no Lo aceptaron…. En nuestros tiempos, Él Se ha
hecho accessible a cada ser humano, pero muchos han ignorado
Sus Caminos y Sus Palabras. No hay diferencia entre el modo en
que el mundo era entonces y el de hoy, el rechazo y la
incredulidad es lo que llevan en sus corazones. Nuestro Señor
le pide a Sus pastores:
“Solemnemente, les pregunto
a todos: ¿Qué han hecho con las Escrituras? Las Escrituras son
un espejo que Me refleja. ¿Cómo es posible que, si dicen que
conocen las Escrituras, no reconozcan Mi manera de hablar?
¿Cómo es que ustedes, tan fácilmente, contradigan la verdad?
Yo les digo, si no Me reconocen ahora en Mis Palabras, es
sencillamente porque no conocen, ni entienden las Escrituras,
que son una llave del Espíritu Santo. Si alguno de ustedes
dice: "No necesitamos esta revelación profética, no estamos
obligados a escucharla o a leerla, porque las Escrituras son
suficientes para nosotros y podemos aprender de ellas todo
conocimiento", Yo les pregunto, en su
incredulidad:
"¿Saben por qué no creen y por qué están
tan indiferentes y decididos a cerrar su corazón? ¿Saben por
qué no buscan nada más allá de él?" Es porque no tienen al
Espíritu Santo, que los podía haber elevado de la oscuridad,
hasta Su Luz, iluminando su alma para ver al Hijo, con el
Padre, manifestándose Ellos Mismos, a ustedes. El Espíritu
Santo habría respirado en ustedes un Aliento de Resurrección,
vigorizándolos, dándoles vida en Mí.
¿Puede un alma que está
muerta comprender las Escrituras y ponerlas en práctica, si no
está vivo? Si hubieran comprendido las Escrituras, que son
como un espejo que está reflejando Mi Imagen, no habrían
dicho: "Las Escrituras son suficientes para mí". No, amigo
Mío, las Escrituras no son suficientes si no posees al
Espíritu Santo. Es a través de la Luz del Espíritu Santo que
se puede comprender la Revelación, y todo lo que entonces
parecían misterios impenetrables y sellados en las Escrituras,
se volverían conocibles y claros, porque el Espíritu Santo les
daría la llave del Conocimiento”. (13.11.01)
Más tarde, en otro Llamado,
Cristo les pregunta a Sus pastores: “¿Cuando Yo estoy
hablando, en sus días, y los pastores no están escuchando y no
creen que estoy interviniendo, son como las Escrituras
dicen: “nuestros vigilantes están ciegos, no se dan
cuenta de nada… todos van por su propio camino, cada uno tras
su propio interés” (7.8.02)
Luego, están aquellos que le
dicen a los portavoces de Dios: “Si tú eres enviado por
Dios y si esas Palabras que dices vienen de Dios, prueba tu
humildad escondiéndote y escondiendo todas esas Palabras. Deja
de exhibirte, al igual que las Palabras, alrededor del mundo”.
(7.8.02)
Pero Nuestro Señor dice: “A esas personas contéstales
lo siguiente: “Yo no voy a ser como el siervo malvado que
escondió su talento y luego fue condenado por no haber hecho
nada. Por el contrario, multiplicaré mi talento y daré Gloria
a Aquél que me lo confió. Yo comunicaré, no sólo a esta
generación, esta prodigiosa maravilla, sino que los ángeles
llevarán las Palabras de Dios y continuarán propagándolas como
una lluvia de semillas arrojadas de lo Alto para todas las
futuras generaciones para renovar la creación de Dios y para
embellecer la Iglesia, para endulzar las bocas de Sus hijos y
para abrir sus bocas para alabarlo, para abrir sus ojos y
permitirles examinar sus corazones.
Estoy totalmente
sellada por el Divino Nombre de Nuestro Señor y no temo. Yo
soy su Libro Ruidoso declarando las mismas Verdades que
Nuestro Señor nos ha comunicado. Así que nada es nuevo, no
tengo nada nuevo propio, hermanos, pero todo lo que se me ha
dicho viene del Conocimiento Divino y de la Boca del Dios
Trino”. Esto es lo que les vas a decir en Mi
Nombre”. (7.8.02)
A pesar de estas palabras,
ellos te continúan persiguiendo y prohibiendo que la Palabra
de Dios sea dada a conocer a Sus criaturas. La Palabra que
puede conducir a muchas naciones al arrepentimiento a la
conversión y a la fe, haciendo que Dios se ablande, como lo
hizo con Nínive. He aquí otra advertencia:
" (...) En cuanto a aquellos
que todavía no han recibido Mi visitación, les aguardan muchos
tormentos. El Día del Señor también caerá sobre ellos, ¡y vaya
día éste será! Seré rápido en mostrar Mi Misericordia, con tal
de que se arrepientan... Mostraré Mi Misericordia y los
reuniré a todos, de todas partes, bajo el Cielo. Pero antes de
eso, Yo, el Autor de este Himno de Amor, te digo: a menos que
el mundo, en su maldad, se vuelva hacia Mí, arrepintiéndose,
devolviendo amor por mal, lo que les puede pasar a todos
ustedes ¡superará todos los registros históricos de
purificación! No hay arrepentimiento ferviente, ni
remordimiento verdadero... Las naciones están en alboroto, y
sus logros están a la medida de su ateísmo... Toda la Tierra
sufrirá, a menos que Yo escuche un verdadero grito de
arrepentimiento. Ah, y aquéllos que se erigen sobre estrados,
proclamando la paz y cómo y de qué manera se debe establecer
la paz entre ellos, cuando esos mismos transgreden Mis
Mandamientos y están en guerra Conmigo, ¿cómo esperan, en su
sano juicio, traer la paz? (30.9.02)
En el año de 1991, el 11 de
septiembre, exactamente 10 años antes del gran desastre de
las dos Torres Gemelas en los Estados Unidos de Norteamérica,
Nuestro Señor, mirando la Tierra con desagrado, nos advirtió
con estas Palabras:
“Y Yo, por Mi Parte, Mis Ojos miran el
mundo de hoy, buscando nación tras nación, escrutando alma
tras alma, en busca de algo de calor, de algo de generosidad y
de algo de amor, pero muy pocos disfrutan de Mi Favor. Muy
pocos se preocupan de vivir una vida santa y los días están
volando y, ahora, las horas son contadas antes de la gran
retribución. (...)
(De repente, Jesús
cambió de tono y después de esperar unos cuantos segundos, con
un tono muy serio, que me dejó asombrada, dijo:) “La Tierra
va a temblar y a sacudirse. ¡Y todo el mal edificado en las
Torres (como las Torres de Babel), se colapsará en un montón
de escombros y será enterrado en el polvo del pecado! En lo
Alto, los Cielos se estremecerán y los cimientos de la Tierra
se sacudirán! Las islas, el mar y los continentes serán
visitados por Mí, inesperadamente con estruendos y con llamas.
Escuchen Mis últimas Palabras de advertencia, escuchen ahora
que todavía hay tiempo. Lean Nuestros Mensajes y dejen de
burlarse o ser sordos cuando el Cielo habla. (...) Pronto, muy pronto ahora, los Cielos se
abrirán y Yo les haré ver al Juez”.
El 11 de septiembre de 2001 dejó
al mundo marcado con la cicatriz de las dos Torres Gemelas,
llevándose tantas vidas, entre ellos, a muchas personas
inocentes. Horrendas escenas apocalípticas fueron mostradas al
mundo y, a pesar de este horror que vino sobre nosotros, en
lugar de verdaderamente volverse a Dios y arrepentirse, el
mundo empeoró y se preparó para la guerra. En lugar de
comprender que esto sucedió por nuestras propias faltas,
pecados, culpas, apostasía y el rechazo del mundo a Dios,
continuamos escuchando a Satanás y yendo de su lado, en vez de
ir por el Camino que Dios nos estaba mostrando.
El 24 de diciembre
de 1991, en la Víspera del Nacimiento de Cristo, Él nos
dio este Mensaje, Quien estaba muy Ofendido:
“Yo vengo hoy y le ofrezco a toda la
humanidad Mi Paz, pero muy pocos escuchan. Hoy, Yo vengo en
términos de Paz y con un Mensaje de Amor, pero la Paz que Yo
estoy ofreciendo es blasfemada por la Tierra, y el Amor que Yo
les estoy dando es mofado y burlado en esta Víspera de Mi
Nacimiento. La humanidad está celebrando estos días sin Mi
Santo Nombre. Mi Santo Nombre ha sido abolido y ellos toman el
día de Mi Nacimiento como un gran día de ociosidad, adorando
ídolos. Satanás ha entrado dentro de los corazones de Mis
hijos, encontrándolos débiles y dormidos. Yo he advertido al
mundo….”
Cristo nos está mostrando que Él es
ofendido cuando celebramos la Navidad reuniendo a nuestra
familia sin recordar la verdadera causa: el Nacimiento de
Cristo.
En Navidad, se le pide a cada
Cristiano que celebre el Nacimiento de Cristo con regocijo y
yendo a la Iglesia y celebrar Su Santo Nombre. Muchos, en su
apostasía, en lugar de eso, celebran y adoran el árbol de
Navidad, intercambiando regalos, comiendo hasta enfermarse y
divirtiéndose hasta la locura.
Después de esa fecha
hubo varias advertencias. Pero las que yo creo que hablan del
Tsunami del 26 de diciembre de 2004, en Asia, son las tres que
siguen a continuación. La primera es de fecha 10 de septiembre
de 1987:
Escribí: “Repentinamente, Jesús me recordó
un sueño que tuve anoche y que había olvidado. Era la visión
que tuve últimamente, pero que aparecía peor en mi sueño”.
Entonces, el Señor dijo:
“Escucha, te he dejado ver
la visión en tu sueño, para hacer que la sintieras. No, ¡no
hay escape!”
Yo
escribí: “Recuerdo cuando vi que venía como una ola gigante.
Traté de correr y esconderme, sabiendo que era imposible”.
Entonces, Le pregunté al Señor: “¿Pero, por qué hacer esto, si
Tú nos amas? ¿Por qué?” Él contestó:
“Soy conocido como un Dios
de Amor, así como también como un Dios de Justicia”. Yo Le
pregunté: “¿Qué podemos hacer para detener esto?”. Dios
respondió: “Se requieren enormes reparaciones, ahora, de
todos ustedes. Únanse y sean uno. Ámense los unos a los otros
y crean en Mis Obras Celestiales, porque Yo estoy siempre
entre ustedes”.
Las noticias
del Tsunami nos conmocionaron y espantaron a todos, pero nadie
puede decir que Dios no nos dio advertencias. Cuando las
advertencias fueron enviadas por aquellos que Él escogió como
Sus mensajeros, muchos decían: “No tenemos necesidad de estas
advertencias; tenemos el consuelo de los Libros Santos de los
Padres y de la Sagrada Biblia en nuestro poder. Nunca dejamos
de ofrecer sacrificios y oraciones, así que ¿qué más tiene Él
que decirnos aparte de lo que ya nos ha dado? Y cerraron sus oídos.
Otra
advertencia nos fue dada el 18 de febrero de
1993:
“Vean, se acercan los días en que Yo
vendré con Trueno y Fuego, pero para Mi aflicción, ¡encontraré
a muchos de ustedes inconscientes y en un sueño profundo! Les
estoy enviando, creación, mensajero tras mensajero, para
atravesar su sordera, pero ya estoy Cansado de su resistencia
y de su apatía. Estoy muy Cansado de su frialdad... Estoy
Cansado de su arrogancia y de su inflexibilidad cuando se
trata de reunirse para la unidad. Ya llenaron y desbordaron el
Cáliz del Estupor. Intoxicados por su propia voz, se han
opuesto a Mi Voz, pero no será por siempre. Pronto caerán,
porque se han opuesto a Mi Voz, con las engañosas necedades de
su voz. Naturalmente, Mi Iglesia está en ruinas a causa de su
división. (…) La Tierra temblará y como estrella fugaz se
moverá de su sitio, extirpando a las montañas y a las
islas, fuera de sus lugares. Naciones enteras serán
aniquiladas, el cielo desaparecerá como un pergamino que se
enrolla, como lo viste en tu visión, hija. Una gran
agonía caerá sobre todos los ciudadanos, y ¡ay del incrédulo!
Escúchame: y si los hombres te dicen hoy: "Ah, pero el
Viviente tendrá Misericordia de nosotros. Tu profecía no es de
Dios, sino de tu propio espíritu". Diles: Aunque se dicen
estar vivos, están muertos; su incredulidad los condena,
porque rechazaron creer en Mi tiempo de Misericordia y
prohibieron que Mi Voz se propagara a través de Mis mensajeros
para advertirles y salvar a Mis criaturas…”
De acuerdo con
los científicos, cuando el terremoto ocurrió bajo el mar, la
Tierra entera se sacudió, se detuvo por un instante y se salió
de su eje normal. La Isla de Sumatra y, también otras islas,
se movieron varios metros de su lugar original. Se pensó que
una de ellas había desaparecido, completamente, pero luego,
fue redescubierta en otro lugar.
Luego, el 7 de febrero de
2002, de nuevo, vino una última advertencia de Dios. He
aquí un fragmento:
“Mi Reino Imperial está a sus
mismas puertas, pero ¿están dispuestos a recibirme? Con
Generosidad y con Regia Prodigalidad, Yo he dispuesto un
banquete de alimento espiritual para reavivar su espíritu.
Cuando Yo estaba ahí, esperándolos para alimentarlos con Mi
Propia Mano, para salvarlos de la muerte, ustedes se negaron a
venir hacia delante. Considerando, por lo tanto, su renuencia
hacia una verdadera metanoia, y cómo han mostrado, a
cambio, hostilidad hacia Mis Advertencias, las escenas de
lamentos que ocurrieron (el 11 de septiembre de 2001)
no son nada en comparación con las mañanas de duelo que les
aguardan; mañanas de aflicciones que serán
atraídas por su propia mano. Su nación gobierna en completa
oposición a toda Mi Ley de Amor, que difiere de sus
descabellados sistemas de leyes; leyes que cometen los
crímenes más atroces hasta el punto de poner en peligro no
sólo la Tierra, sino también la estabilidad de todo el
cosmos”. (...) Hoy, veo desde lo Alto como sus
designios se volverán contra ustedes. El mundo ya está
saboreando los frutos de su propio curso, provocando que la
naturaleza se rebele con convulsiones, acarreando sobre
ustedes catástrofes naturales, asfixiándose con sus propias
intrigas. Yo les he estado llamando durante años, pero sólo
muy pocos han hecho caso. Esta purificación, que cae ahora
como un azote sobre ti, generación, atraerá a muchos hacia Mí
y aquellos que despreciaron Mis advertencias regresarán a Mí
en su desgracia…”.
Como explica la
profecía, sucedió en las primeras horas de la mañana.
Nuestro Señor
nos está advirtiendo que, a causa de nuestra apostasía,
estamos poniendo en peligro al cosmos, no sólo a la Tierra,
sino el cosmos entero, provocando que la naturaleza se rebele
contra nosotros.
Pero esto no es
todo, Nuestro Señor nos está advirtiendo que un hecho todavía
peor viene, si no cambiamos nuestros corazones y regresamos a
Dios. El Señor dice:
“¿Ves, hija?
Pronto voy a revelar Mi Justicia también. Mi Plan tiene un
tiempo determinado. Mis Llamados Misericordiosos tienen
también un tiempo determinado. Una vez que este tiempo se
termine, mostraré a todos, buenos y malos, que Mi Severidad es
tan grande como Mi Misericordia, que Mi Ira es tan Poderosa
como Mi Perdón. Todas las cosas predichas por Mí van a pasar
rápidamente ahora. Nada puede ser restado de
ellas…”(19.2.93)
El 18 de febrero de
1993, Dios nos advierte, diciendo:
“El
sexto sello está a punto de ser roto y todos serán
precipitados en la oscuridad y no habrá iluminación, ya que el
humo salido del Abismo será como el humo de un enorme horno,
por lo que el sol y el Cielo sean oscurecidos por él. Y por Mi
Cáliz de Justicia, haré que se asemejen a serpientes y
víboras. En esos días de oscuridad, Yo haré que se arrastren
sobre su vientre y que coman polvo. Los aplastaré contra el
suelo para recordarles que no son mejores que las víboras...
Se sofocarán y se ahogarán en sus pecados. ¡En Mi enojo, Yo
los pisotearé y pisaré en Mi Ira! (...) Cuando llegue
la hora de la Oscuridad, Yo les mostraré sus entrañas,
voltearé su alma al revés y cuando la vean tan negra como el
carbón, no sólo experimentarán una aflicción como nunca antes,
sino que golpearán su pecho, en agonía, diciendo que su propia
oscuridad es mucho peor que la oscuridad que los rodea. Yo
haré que la vida humana escasee más que nunca antes. Entonces,
cuando Mi Ira será aplacada, Yo pondré Mi Trono en cada uno de
ustedes y juntos, con una voz, un corazón y un lenguaje,
ustedes Me alabarán a Mí, el Cordero”.
Una vez más, se
nos está dando tiempo para arrepentirnos antes que esta
profecía se cumpla en nosotros. Aunque Dios dice: “nada puede
ser restado de ellas”, todavía podemos aminorar el poder de
este azote con la oración, el arrepentimiento y el cambio de
vida para vivir santamente. Estamos llamados a llevar una
Verdadera Vida en Dios. Dios puede ablandarse, tal y como Lo
hizo con Nínive.
Las inspiraciones de la Verdadera Vida
en Dios no son profecías fatalistas y pesimistas. Dios nos las
da en estos tiempos de Misericordia para que nos enderecemos.
Son un Llamado del sublime Amor de Dios. Dios no nos
permitirá, por siempre, ofender Su Santo Nombre. Esta es la
razón por la que Él viene, en Su Misericordia, a darnos muchas
advertencias.
Que Dios los bendiga a todos.
En
Cristo, Vassula
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