Enviado: Sábado, 4 de mayo de 2002

Asunto:   El Milagro del Fuego Santo

 


Este año, la liturgia de la Pascua, de las diferentes denominaciones
Cristianas, se celebra en fechas muy distantes entre ellas. Para los
Ortodoxos, el Domingo de Pascua es este Domingo 5 de mayo.

Este mensaje contiene el artículo de Niels Christian Hvidt, de 1998,
acerca del milagro del Fuego Santo, que tiene lugar cada año el
sábado/domingo Santo Ortodoxo.

Este año, los hechos serán transmitidos en internet en el siguiente
sitio: http://www.holylight.gr/enmain.html


El Milagro del Fuego Santo en Jerusalén por Niels Christian Hvidt

"El Sábado Santo, los creyentes se reúnen, en grandes multitudes, en la
Iglesia del Santo Sepulcro. Ya que en este día, baja Fuego del Cielo y
enciende las lámparas en la Iglesia". Esto es lo que se lee en uno de
los muchos itinerarios de la Pascua en Tierra Santa.

"El Milagro del Fuego Santo" es conocido, por los Cristianos de las
Iglesias Ortodoxas, como "El más grande de todos los milagros
Cristianos". Tiene lugar cada año, a la misma hora, de la misma manera,
y en el mismo lugar. No se conoce de ningún otro milagro que ocurra, de
manera tan regular, y por un período de tiempo tan extenso. Se puede lee
acerca de él en fuentes tan antiguas, como las del siglo octavo después
de Cristo. El milagro ocurre en La Iglesia del Santo Sepulcro, en
Jerusalén, la cual es, para millones de creyentes, el lugar más sagrado
sobre la Tierra. La Iglesia del Santo Sepulcro es un sitio enigmático,
en sí mismo. Los teólogos, historiadores y arqueólogos consideran que la
Iglesia contiene tanto el Gólgota, la pequeña colina en la cual
Jesucristo fue crucificado, como la "tumba nueva", cerca del Gólgota,
que recibió Su Cuerpo Muerto, como se lee en los Evangelios. Es en este
mismo punto que los Cristianos creen que Él resucitó de entre los
muertos.

Uno puede rastrear el milagro, a través de los siglos, en los muchos
itinerarios de Tierra Santa. El abad ruso Daniel, en su itinerario,
escrito en los años 1106 y 1107, presenta el "Milagro de la Luz Santa",
de una manera muy detallada, así como las ceremonias que lo enmarcan. Él
recuerda cómo el Patriarca entra en la capilla-Sepulcro (la Anastasis),
con dos velas apagadas. El Patriarca se arrodilla frente a la piedra,
sobre la cual Cristo fue colocado después de Su Muerte, y dice ciertas
oraciones, después de las cuales ocurre el milagro. La Luz emana desde
el centro de la piedra: una Luz azúl indefinible, que después de un
tiempo, enciende las lámparas de aceite apagadas, al igual que las dos
velas del Patriarca. Esta Luz es "El Fuego Santo", y se propaga a todas
las personas presentes en la Iglesia. La ceremonia del "Milagro del
Fuego Santo" es, tal vez, la ceremonia Cristiana, más antigua e
ininterrumpida en el mundo. Desde el siglo cuarto después de Cristo,
hasta nuestros días, diversas fuentes hablan del asombroso milagro. Por
lo escrito, en estas fuentes, es claro que el milagro ha sido celebrado
en el mismo punto, en el mismo día de Pascua, y en el mismo esquema
litúrgico, a través de todos estos siglos. Uno se puede preguntar, si
esto ocurrirá también en el año 1998.

Con el fin de averiguarlo, viajé a Jerusalén para estar presente en la
ceremonia, en la cual el Milagro del Fuego Santo ocurre, y puedo dar
testimonio de que no solo ocurrió en la antigua Iglesia, y durante toda
la Edad Media, sino también el 18 de abril de 1998. El Patriarca Griego
Ortodoxo de Jerusalén, Diódoro I, es el hombre que, cada año, entra al
Sepulcro para recibir el Fuego Santo. Él ha sido el Patriarca de
Jerusalén, desde 1982 y, por lo tanto, es el testigo clave del milagro.
Previamente a la ceremonia de este año, el Patriarca me recibió, en
audiencia privada, donde tuve la oportunidad de hablar con él acerca del
milagro, con el fin de saber, exactamente, qué sucede en el sepulcro, y
qué significado personal tiene el milagro para él, en su vida
espiritual. Además, por su intervención, fui admitido a los balcones en
el domo de la Iglesia del Santo Sepulcro, desde donde tuve una buena
vista de la gran cantidad de gente que se había reunido alrededor del
Sepulcro, en anticipacioó al "Gran Milagro del Fuego Santo".

¿Pero, qué exactamente, sucede en la Iglesia del Santo Sepulcro el
Sábado de Pascua?. ¿Por qué tiene tal impacto en la Tradición Ortodoxa?.
¿Por qué parece que nadie sabe del milagro, en los países Protestantes y
Católicos?.

El milagro ocurre cada año en el Sábado de la Pascua Ortodoxa. Hay
muchos tipos de Cristianos Ortodoxos: Sirios, Armenios, Rusos y Griegos
Ortodoxos, al igual que Coptos. Tan solo en la Iglesia del Santo
Sepulcro, hay 7 distintas denominaciones Cristianas. La fecha de la
Pascua Ortodoxa se determina de acuerdo al Calendario Juliano, y no en
base al Calendario Gregoriano de Europa Occidental, lo que significa que
su Pascua, normalmente, ocurre en una fecha distinta a la fecha de la
Pascua Protestante y la Católica.

Desde que Constantino, el Grande, construyó la Iglesia del Santo
Sepulcro, a mediados del siglo cuarto, ha sido destruida muchas veces.
Los Cruzados construyeron la Iglesia que vemos, hoy en día. Alrededor
del Sepulcro de Jesús fue erigida una pequeña capilla con dos cuartos:
uno pequeño frente al Sepulcro, y lel a propio Sepulcro, en donde no
caben más de cinco personas. Esta capilla es el centro de los
acontecimientos hechos milagrosos, y el estar presente en la
celebración, justifica, totalmente, el término "acontecimiento", ya que
la Iglesia del Santo Sepulcro, no se llena de esa manera, en ningún otro
día del año. Si uno desea entrar, tiene que calcular seis horas de
formar fila. Cada año, cientos de personas no pueden entrar debido a las
multitudes. Acuden peregrinaciones de todas partes del mundo, la mayoría
de Grecia, pero en años recientes, ha aumentado el número de asistentes
rusos, y de lo que eran los países de Europa Oriental.

Con el fin de estar tan cerca del Sepulcro, como sea posible, las
peregrinaciones acampan alrededor de la Capilla-Sepulcro, esperando
desde la tarde del Viernes Santo, en anticipación a la maravilla del
Sábado Santo. El milagro ocurre a las 2.00 P.M. pero, desde las 11.00
A.M., la Iglesia está completamente llena.

Desde las 11:00 A.M., y hasta la 1 P.M., los árabes Cristianos entonan
cantos tradicionales, a todo pulmón. Estos cantos datan de los tiempos
de la ocupación turca, de Jerusalén en el Siglo 13, un período, en el
cual, a los Cristianos no se les permitía cantar sus cantos, en ninguna
parte, más que en las Iglesias. "Somos los Cristianos, lo hemos sido por
siglos, y esto seremos por siempre. ¡Amén!", cantan, fuertemente,
acompañados por el sonido de tambores. Los músicos que tocan los
tambores, se sientan sobre los hombros de otros, quienes danzan
alrededor de la Capilla del Sepulcro. Pero, a la 1:00 P.M., las
canciones se terminan, y hay silencio, un silencio tenso y
electrificado, por la anticipación de la gran manifestación del Poder de
Dios que todos están a punto de atestiguar.

A la 1:00 P.M., una delegación de las autoridades locales, atraviesan
por la multitud. Aunque estos oficiales no son Cristianos, son parte de
las ceremonias. En los tiempos de la ocupación turca de Palestina, eran
turcos Musulmanes, hoy son israelíes. Durante siglos, la presencia de
estos oficiales ha sido una parte integrante de la ceremonia. Su función
es la de representar a los romanos, en tiempos de Jesús. Los Evangelios
hablan de los romanos que fueron a sellar la Tumba de Jesús, para que
Sus Discípulos no se robaran Su Cuerpo, y dijeran que había resucitado.
De la misma manera, las autoridades israelíes, este Sábado de Pascua,
acuden y sellan el Sepulcro, con cera. Antes de que sellen la puerta, es
costumbre que entren al Sepulcro a revisar que no haya ninguna fuente
oculta que, fraudulentamente, pudiera producir el milagro del fuego. Tal
y como los romanos estuvieron presentes para garantizar que no hubiera
manipulación después de la muerte de Jesús, ahora, las autoridades
locales israelíes se encuentran aquí para garantizar que no haya engaño
en 1998.

Cuando el Sepulcro ha sido revisado y sellado, la Iglesia entera canta
el Kyrie Eleison (Señor, ten misericordia). A la 1:45 P.M., el Patriarca
entra en escena. Al final de una gran procesión, rodea el Sepulcro tres
veces, después de lo cual, es desvestido de sus vestiduras litúrgicas
reales, llevando solo su alba blanca, una señal de humildad frente a la
gran Potencia de Dios, de la cual, va a ser el testigo clave. Todas las
lámparas de aceite han sido apagadas la noche anterior, y ahora, toda la
luz artificial se apaga, de manera que, la mayoría de la Iglesia está
envuelta en la obscuridad. Con dos grandes velas, el Patriarca entra a
la Capilla del Santo Sepulcro: primero al pequeño cuarto frente al
Sepulcro, y de ahí, al Sepulcro Mismo.

No es posible seguir los hechos dentro del Sepulcro, así que le pregunté
al Patriarca de Jerusalén, Diódoro I, acerca del centro de los
acontecimientos.

"¿Su Beatitud, qué ocurre cuando usted entra en el Santo Sepulcro?".

"Entro al Sepulcro, y me arrodillo, en santo temor, frente al lugar
donde Cristo yacía después de Su Muerte, y donde Él resucitó, de entre
los muertos. Orar en el Santo Sepulcro, en sí mismo, es siempre para mí,
un momento muy sagrado, en un lugar muy sagrado. Es aquí, donde Él
resucitó, con Gloria, y es de aquí, desde donde Él propagó Su Luz al
mundo. Juan, el Evangelista, escribe en el primer capítulo de su
Evangelio, que Jesús es la Luz del Mundo. Al arrodillarnos frente al
lugar donde Él resucitó de los muertos, somos partícipes de la cercanía
inmediata de Su Gloriosa Resurrección. Los Católicos y los Protestantes
llaman a esta Iglesia, "La Iglesia del Santo Sepulcro". Nosotros la
llamamos "La Iglesia de la Resurrección". La Resurrección de Cristo,
para nosotros, los Ortodoxos, es el centro de nuestra fe. En Su
Resurrección, Cristo ha ganado la victoria final sobre la muerte, no
solo Su Propia Muerte, sino la muerte de todos aquéllos que permanecerán
cerca de Él".

"No creo que sea coincidencia que el Fuego Santo llegue, exactamente, en
este punto. En Mateo 28,3, se dice que cuando Cristo resucitó de entre
los muertos, vino un ángel, vestido de una Luz temerosa. Creo que la Luz
sorprendente que envolvía al ángel, en la Resurrección del Señor, es la
misma Luz que aparece, milagrosamente, cada Sábado de Pascua. Cristo
quiere recordarnos que Su Resurrección es una realidad, y no sólo un
mito. Él, realmente, vino al mundo, con el fin de dar el Sacrificio
necesario, a través de Su Muerte y Resurrección, para que el hombre
pudiera ser reunido con Su Creador."

"Busco mi camino, a través de la obscuridad, hacia la cámara interna, en
la cual, caigo de rodillas. Aquí, digo ciertas oraciones que nos han
sido dadas a través de los siglos y, habiéndolas dicho, espero. Algunas
veces, espero unos cuantos minutos, pero, normalmente, el milagro ocurre
inmediatamente después de que he dicho las oraciones. Desde el centro de
la misma piedra, en la cual Jesús yació, surge una Luz indefinible.
Generalmente, tiene un tinte azúl, pero el color puede cambiar y tomar
muchos matices diferentes. No puede ser descrita en términos humanos. La
Luz se eleva de la piedra, como la niebla se eleva de un lago. Parece
que la piedra estuviera cubierta por una nube, pero es Luz. Cada año,
esta Luz se comporta de manera diferente. Algunas veces cubre solamente
la piedra, mientras que otras veces, ilumina todo el Sepulcro, para que
las personas que están paradas afuera de Él, puedan verlo lleno de esta
Luz. La Luz no quema. En los dieciseis años que he sido Patriarca, en
Jerusalén, y he recibido el Fuego Santo, nunca se me ha quemado la
barba. La Luz es de una consistencia distinta al fuego normal que arde
en una lámpara de aceite."

"En cierto momento, la Luz se eleva y forma una columna, en la cual el
Fuego es de una naturaleza diferente, por lo que puedo encender mis
velas de Él. Una vez que recibí la Llama en mis velas, salgo y doy el
Fuego, primero al Patriarca Armenio, y luego, al Copto. Después, doy la
Llama a todas las personas presentes en la Iglesia".

"¿Cómo experimenta usted el milagro, y qué significa para su vida
espiritual?".

"Cada año, el milagro me conmueve, con la misma intensidad. Cada vez, es
un paso más hacia mi conversión. Personalmente, es un gran consuelo
contemplar la Fidelidad de Cristo hacia nosotros, la cual Él demuestra
al darnos la Santa Llama, cada año, a pesar de nuestras fragilidades y
fallas. Experimentamos muchas maravillas en nuestras Iglesias, y los
milagros no son nada raro para nosotros. Sucede a menudo, que los íconos
lloran, cuando el Cielo quiere mostrar su cercanía con nosotros. También
tenemos santos, a quienes Dios les da muchos dones espirituales. Pero
ninguno de estos milagros tiene un significado, tan penetrante y
simbólico para nosotros, como el milagro del Fuego Santo. El milagro es
casi como un Sacramento. Hace la Resurrección de Cristo presente, como
si hubiera muerto, sólo hace algunos años".

Mientras el Patriarca está dentro de la capilla, arrodillado frente a la
piedra, afuera hay obscuridad, pero no silencio. Se escucha un fuerte
murmullo, y el ambiente está muy tenso. Cuando el Patriarca sale con las
dos velas encendidas, que resplandecen, brillantes, en la obscuridad, un
grito de júbilo resuena en la Iglesia, comparable solo al grito de gol
en una partido de futbol.

El milagro no se limita a lo que ocurre dentro del Pequeño Sepulcro,
donde el Patriarca ora. Lo que es más significante es, que se ha
reportado que la Luz azúl aparece fuera del Sepulcro. Cada año, muchos
creyentes dicen que esta Luz milagrosa, por sí misma, enciende las velas
que ellos sostienen en sus manos. Todos en la Iglesia esperan, con
velas, con la esperanza de que éstas se enciendan espontáneamente. A
menudo, las lámparas de aceite cerradas, se prenden por sí mismas, ante
los ojos de los peregrinos. Se ha visto a la Llama azúl, moverse en
diferentes lugares de la Iglesia. Varios testimonios firmados por los
peregrinos, cuyas velas se prendieron espontáneamente, testifican la
validez de estos hechos. La persona que, a cierta distancia del
Sepulcro, experimenta el milagro de ver su vela encendida, o el ver la
Luz azúl, generalmente, se va de Jerusalén cambiado, y para todos los
que asistieron a la ceremonia, siempre hay un "antes y después" del
Milagro del Fuego Santo en Jerusalén.

Uno se puede preguntar por qué el Milagro del Fuego Santo es casi
desconocido en Europa Occidental. En las areas Protestantes, en cierta
forma, se puede explicar por el hecho de que no hay una verdadera
tradición para los milagros. La gente no sabe como clasificarlos, y
éstos casi no se publican en los periódicos. Pero, en la tradición
Católica existe un gran interés por los milagros. Entonces, ¿por qué
casi no se conoce?. Sólo una explicación es suficiente: la política en
la Iglesia. Sólo las Iglesias Ortodoxas asisten a la ceremonia,
enmarcando el milagro. Sólo ocurre en la fecha de la Pascua Ortodoxa, y
sin la presencia de las autoridades Católicas. Para ciertos Ortodoxos,
esta evidencia es prueba de la noción de que la Iglesia Ortodoxa es la
única Iglesia legítima de Cristo, en el mundo, y esta aseveración,
obviamente, puede ocasionar ciertas inquietudes, en los círculos
Católicos.

Como con cualquier otro milagro, hay personas que creen que esto es un
fraude, y solamente una obra maestra de propaganda Ortodoxa. Creen que
el Patriarca tiene un encendedor dentro del Sepulcro. Estas críticas,
sin embargo, se enfrentan a un número de problemas. Los cerillos, y
otros instrumentos para encender fuego, son inventos recientes. Hasta
hace sólo algunos cientos de años, encender un fuego era una tarea que
requería mucho más tiempo, que los pocos minutos que el Patriarca está
dentro del Sepulcro. Tal vez, se podrá decir que él tiene una lámpara
encendida adentro, de la cual él enciende las velas, pero las
autoridades locales confirman haber revisado el Sepulcro, y no
encontraron ninguna luz dentro.

Sin embargo, los más grandes argumentos contra un fraude, no son los
testimonios de los distintos patriarcas.  Los retos más grandes, que
confrontan los críticos, son los miles de testimonios independientes de
los peregrinos, cuyas velas fueron encendidas, espontáneamente, frente a
sus ojos, sin ninguna explicación posible. De acuerdo con nuestras
investigaciones, nunca ha sido posible filmar el momento en que las
velas, o las lámparas de aceite se encienden por sí mismas. Sin embargo,
tengo una cinta filmada por un joven ingeniero de Belén, Souhel Nabdiel.
El señor Nabdiel ha estado presente en la ceremonia del Fuego Santo,
desde su niñez. En 1996, se le pidió que filmara la ceremonia desde el
balcón del domo de la Iglesia. Junto a él, en el balcón, estaban una
religiosa y otros cuatro creyentes. La religiosa estaba a la derecha de
Nabdiel. En el video, se observa que él filma hacia abajo, enfocando a
las multitudes. En cierto punto, todas las luces se apagan, es el
momento que el Patriarca entra al Sepulcro, y toma el Fuego Santo.
Mientras, el se encuentra todavía dentro del Sepulcro, se escucha, de
repente, un grito de sorpresa y asombro, de la religiosa parada junto a
Nabdiel. La cámara empieza a moverse, mientras se escuchan las voces
agitadas de las otras personas presentes en el balcón. Entonces, la
cámara gira a la derecha, siendo posible contemplar el motivo de la
emoción. Una gran vela, sostenida por la religiosa rusa, se enciende
frente a todas las personas ahí presentes, antes de que el Patriarca
salga del Sepulcro. Con manos temblorosas, ella sostiene la vela,
mientras una y otra vez, hace la señal de la Cruz, asombrada por el
milagro que ha atestiguado. Este video parece ser lo más cercano a una
filmación del milagro.

Este milagro, como muchos otros, están rodeados de factores
inexplicables. Como dijo el Arzobispo de Tiberias, Alexios, cuando me
encontré con él en Jerusalén:

"El milagro nunca ha sido filmado, y probablemente, nunca lo será. Los
milagros no pueden ser probados. Se requiere fe para que un milagro
traiga fruto en la vida de una persona, y sin este acto de fe, no hay
milagro, en sentido estricto. El verdadero milagro, en la tradición
Cristiana, tiene un solo propósito: extender la Gracia de Dios a la
creación, y Dios no puede extender Su Gracia, sin fe por parte de Sus
Criaturas. Por lo tanto, no puede haber milagro sin fe."




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