Este testimonio fue enviado por una persona de
Australia.
¡No soy escritora! Fui entrenada como científica
investigadora con un agudo sentido de observación y, como todo científico, dudo
de todo como Tomás, hasta que obtengo todos los hechos y hasta que yo misma
veo.
Cuando Vassula vino a Australia por primera vez (1989),
yo estaba muy entusiasmada por escucharla. A pesar de grandes obstáculos para
llegar a la Iglesia, cuando llegué allá a Doncaster, Victoria, terminé en uno de
los cuartos de atrás, ¡sin poder escucharla hablar, para nada! Esa fue la
voluntad de Dios. Con el permiso del sacerdote, terminé en la habitación
izquierda para poder alimentar a mi hijo enfermo con síndrome de Down. Conmigo
estaba mi amiga armenia, Jackie Beljack, que creció en Egipto. ¡Cuál fue nuestra
sorpresa para ambas, cuando la misma Vassula Rydén entró en esa habitación y
cerró la puerta!
Jackie empezó a hablar acerca de Egipto y de las escuelas
a las que ambas asistieron allá. Yo estaba muy cerca de Vassula. Lo que sucedió
después no lo he podido olvidar. Mi amiga Jackie comenzó a hablar acerca de la
muerte de su madre en un accidente automovilístico, en el que Jackie iba
conduciendo. Mientras Jackie hablaba sobre su dolor, la cara de Vassula cambió
completamente. Estaba llena de
sufrimiento. Estaba moreteada e hinchada en diferentes partes. Parecía
que Vassula había envejecido 80 años. Traté de detener a Jackie para que dejara
de hablar sobre el accidente, pero no lo conseguí. Vassula continuaba sufriendo
y todo lo que ella podía decir era: “Es la voluntad de Dios, es la voluntad de
Dios, es la voluntad de Dios”. Calculo que vi este sufrimiento en la cara de
Vassula durante 10 minutos. Luego, la puerta se abrió y varias mujeres croatas
entraron a la habitación y la cara de Vassula volvió a ser su cara normal. Ella
sólo le pidió a las mujeres croatas que oraran por ella y salimos de la
habitación.
Yo estuve profundamente confundida sobre todo esto
durante mucho tiempo. Le pregunté a Jackie cómo pudo hablar del accidente
cuando, claramente, la cara de Vassula había cambiado a un rostro en un completo
y brutal sufrimiento. Para mi gran asombro, Jackie no había visto nada de esto.
Sin embargo, ella sintió que mientras relataba su historia, una muy, muy pesada
cruz le era quitada de sus hombros. Después de tan grande sufrimiento, Jackie
había vuelto a la vida nuevamente.
Cuando Vassula vino a Australia la segunda vez en Kew,
Victoria, la estaban filmando. Para no perturbar la filmación y a otros ahí,
llevé a mi niño con síndrome de Down a la parte de atrás y a través de una
ventana pude escuchar y ver a Vassula hablar. Esta vez, durante breves periodos
no veía la cara de Vassula, sino el Rostro de Jesús con una pequeña barba
dorada, y sentí que había sido transportada en el tiempo hasta el Sermón de la
Montaña. Era un Rostro bello y sereno. Las palabras que escuché estaban llenas
de Sabiduría, Amor y Esperanza, y ellas y los libros me han ayudado mucho en mi
conversión y trayecto en este amargo valle de
lágrimas.
En el primer libro las Palabras de Dios eran muy
apasionadas, como criticó un sacerdote, pero con una perspectiva pura, estas
Palabras significaron para mí que Dios anhela la intimidad. Antes de leer los
libros, Dios era para mí un Rey distante a quien Le pedías ayuda, a veces,
cuando estabas en problemas, alguien muy lejano, distanciado por el cielo y
galaxias. Ahora, sé que Él es mi Papito, a cuyas Rodillas puedo subir y darle un
abrazo. Fue sólo a través de la Verdadera Vida en Dios que aprendí
esto.
También, a través de las pláticas de Vassula comprendí
más que Dios quiere ser parte de nuestra vida diaria, por lo que a donde sea que
vaya, trato de hacerle un lugar también a mi Papito. Mi relación con Dios ha
cambiado, dramáticamente, a través de las revelaciones de la “Verdadera Vida en
Dios”. Gracias a Vassula por sufrir por nosotros para traernos tan profundos y
poderosos Mensajes de Dios.
Este Himno de Amor del Cielo me ha ayudado, al igual que
a muchos que conozco, a acercarnos a Dios para aceptar y vivir en la Voluntad de
Dios. ¡Que se haga Su Voluntad!
(V.
S. Australia, marzo 1998)
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