Este testimonio es de las Filipinas y fue escrito en
1999.
Fue en julio de 1997, cuando conocí la Verdadera Vida en
Dios y fui invitado a una reunión de oración de la VVeD, aquí en las Filipinas.
Nací y crecí dentro de una familia Católica, pero esto no
quiere decir que siguiera mi fe y mi religión. Sin razón alguna, mi fe empezó a
disminuir y comencé a desviarme de la fe Católica. Dejé de asistir a mi clase de
catecismo y dejé de recibir los Sacramentos. Saqué de mi sistema el Catolicismo
y me uní al grupo “Cristianos Renacidos”. Después de unirme a ese grupo, empecé
a cuestionarme la importancia de la Bendita Virgen María como Co-Redentora y los
diferentes títulos que se le confieren, así como el Santo Rosario, la confesión
a un sacerdote, el purgatorio, etc.
Al principio, me sentía bien, pero conforme pasaba el
tiempo, sentí que algo estaba mal, especialmente cuando llegó el momento de
interpretar los versículos de la Biblia. Por esto, me salí de ahí y regresé al
Catolicismo. Iba a Misa y a la Confesión, cuando quería, e incluso me uní a un
grupo Católico solamente para presumir. Luego conseguí un empleo en una compañía
impresora. Debido a las demandas en el trabajo, poco a poco me volví tibio en mi
fe. A pesar de mi éxito, sentía que algo faltaba, que había algo que faltaba en
mi vida. Me sentía vacío. Empecé a buscar respuestas a través de la lectura de
libros de astrología, predicciones de sueños, feng shui,
etc.
Fue el Mensaje de la Verdadera Vida en Dios, del 20 de septiembre de
1986, titulado: “Yo soy la Luz” http://www.tlig.org/msg/spm1.html el que
cambió mi vida. Mientras leía el Mensaje, sentí que alguien me quitaba un velo
que cubría mis ojos, haciéndome llorar al darme cuenta de que había estado
perdido y viviendo en la oscuridad durante tantos años, mientras que era a
nuestro Señor Jesús a Quien yo anhelaba y buscaba por tantos años. Sería Jesús
Quien llenaría el vacío que sentía y Él es el Único que me
completa.
Los Mensajes hicieron que me diera cuenta de cuánto nos
ama Jesús y cómo nos quiere de regreso a Él; de cuán importantes son los
Sacramentos (especialmente, la Confesión y la Sagrada Eucaristía); cuán íntimos
podemos ser con Él; cómo podemos ayudarle a salvar a otros, ofreciendo nuestros
propios sacrificios en unión con Su Sacrificio; por qué debemos estar unidos al
Papa, y por qué debemos venerar a nuestra Madre Bendita. Los Mensajes me
hicieron amar más a Jesús y por lo tanto, amar también Sus Mandamientos y las
Leyes de Su Iglesia. Al amar a Jesús, Él también nos revela Sus deseos y los
Clavos que traspasan Su Sacratísimo Corazón. Aún ahora, Él me sigue
transformando, gradualmente, para ser una mejor persona. Espero que nuestro
Señor Jesucristo, a través de la intercesión de la Bendita Virgen María,
continuará guiando mi camino de regreso a Ellos (la Santísima
Trinidad).
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