El siguiente testimonio fue enviado por una mujer de Santiago de Chile.

Escribo esto porque un amigo me prestó una copia del libro La Verdadera Vida en Dios, de Vassula Rydén. Ya he leído el cuarto volumen y no se imaginan el efecto que estos Mensajes han tenido sobre de mí. Al principio, no podía leer más de dos páginas, por vez. Los Mensajes me afectaron profundamente. Lloré muchísimo y sentía que todo mi ser se estaba limpiando con las convulsiones que acompañaban mis lágrimas. Sentía que los Mensajes estaban escritos especialmente para mí. Durante un tiempo pensé que estaba loca, pero pronto me di cuenta de que no era así.

Me di cuenta de que nuestro Señor es el Dueño de todos y que Él es muy especial. Pude darme cuenta de que mi vida está en Sus Manos, a cada momento, y que le pertenezco a Él, porque yo soy Su creación. Además, aprendí a darle gracias por darme la oportunidad de tener una familia numerosa, aún cuando he pasado muchas dificultades a causa de esto. Los Mensajes me hicieron percatarme de que yo le debo mi existencia diaria a Él.

He comprendido cuán lleno de Misericordia es Nuestro Dios Misericordioso. Él ha esperado pacientemente, durante mucho tiempo, para que nosotros cambiemos y volvamos a Él. He aprendido que el verdadero Amor nos llama para estar cerca de Él y para vivir en Él.

Me he percatado de cuanto tiempo desperdiciamos en cosas triviales, y que debemos de dejar todo esto y dedicarnos a vivir en el AMOR. Los frutos de nuestro trabajo han producido un mundo sin Luz, sin Amor. Hemos creado un mundo en el que hay guerras, hambrunas y muerte para los jóvenes, los adultos, y aún los no nacidos. Hemos contaminado nuestros mares y ríos. Entre más desarrollados son los países, más explotan a los débiles y se gasta mucho dinero en armamento.  Nuestra tecnología se usa para obtener ganancias, en lugar de destinarse para el beneficio de la gente. No hemos cuidado la tierra que Nuestro Padre nos ha dado. Sólo hay que detenerse a mirar, para darse cuenta de que esto es cierto.

Mi alma quiere esconderse, aterrorizada, al ver cómo nos estamos destruyendo a nosotros mismos, internamente. Nos hemos apartado del camino de Dios, nuestro ABBA, Quien suplica por nuestro amor. Como un mendigo, él toca a nuestras puertas, en cada momento, día y noche, buscando nuestro amor. También nos ama como un Padre, ya que somos sus pequeños hijos, débiles y una nada, pero la mayoría de nosotros le volteamos la espalda a Aquél que nos da todo Su Amor, todos y cada uno de nuestros días.

Yo espero, yo creo firmemente en este Dios de Amor. Sé que sólo regresaremos a Él, a través del amor, porque es el AMOR Quien nos llama. Estamos en un tiempo de Gracia, un tiempo de conversión y renovación espiritual. Debemos ser fieles a Su AMOR. Debemos recordar que, cuando estemos abrumados con las tentaciones, todo lo que tenemos que hacer es pedir Su Protección. Él no nos negará Su Ayuda, porque Él es nuestro Padre. Debemos de ser fieles a Él por siempre.