Sent: Wednesday, August 27, 2003 5:27 AM
Subject: El Cántico de los Tres Jóvenes
En el Mensaje de la Verdadera Vida en Dios, de
fecha 2 de octubre de 1989, Jesús habla del Cántico de los tres jóvenes, (Daniel
3, 52-90) como un ejemplo de alabanza y adoración a Nuestro Señor. El mensaje
puede verse en http://www.tlig.org/spmsg/spm456.html
La meditación de Juan Pablo II del miércoles 19
de febrero de 2003, fue precisamente sobre el Capítulo 3 del Libro de Daniel, el
Cántico de los tres jóvenes Israelitas.
"Entonces, estos tres
jóvenes a una sola voz cantaron, glorificando y bendiciendo a Dios". Esta frase
introduce el famoso Cántico que acabamos de escuchar, en este pasaje
fundamental. Se encuentra en el Libro de Daniel, en la parte que nos ha llegado
sólo en griego, entonada por valientes testigos de la fe, quienes no quisieron
inclinarse en adoración ante la estatua del rey y prefirieron enfrentarse a una
trágica muerte, y al martirio en un horno ardiente.
"Son tres jóvenes Judíos, situados por el autor
sagrado en el contexto histórico del reinado de Nabucodonosor, el soberano de la
gran Babilonia, quien destruyó la ciudad santa de Jerusalén, en 586 A.C. y
deportó a los Israelitas "por las aguas de Babilonia". A pesar del extremo
peligro, cuando las llamas casi estaban lamiendo sus cuerpos, encontraron la
fuerza de "alabar, glorificar y bendecir a Dios", seguros de que el Señor del
cosmos y la historia no los abandonaría a la muerte y a la nada.
El autor Bíblico, quien escribió unos siglos más
tarde, evoca este acontecimiento heroico para estimular a sus contemporáneos a
sostener en alto el estandarte de la fe, durante las persecuciones de los reyes
sirio helenos del segundo siglo A.C. Precisamente, en este punto, tuvo lugar la
reacción valiente de los Macabeos, combatientes por la libertad de la fe y de
las tradiciones Judías.
El Cántico, llamado, tradicionalmente, "de
los tres jóvenes", es parecido a una llama que ilumina la oscuridad del tiempo
de la opresión y la persecución; un tiempo que, a menudo, ha sido repetido en la
historia de Israel y de la Cristiandad misma. Y sabemos que el perseguidor no
siempre asume la cara macabra y violenta del opresor, sino que, frecuentemente,
se complace en aislar a los rectos con burlas e ironía, preguntándoles con
sarcasmo: "¿Dónde está su Dios?"
Todas las criaturas están
involucradas en la bendición que los tres jóvenes elevan al Señor Omnipotente,
desde el crisol de su prueba. Ellos tejen una especie de tapiz multicolor donde
las estrellas brillan, las estaciones fluyen, los animales se mueven, los
ángeles aparecen y, sobre todo, los "siervos del Señor", los "Santos" y
"Humildes de Corazón" cantan.
El pasaje que acaba de ser leído
precede esta magnífica evocación de todas las criaturas. Constituye la primera
parte del Cántico, el cual evoca la presencia Gloriosa del Señor, trascendente y
sin embargo, cercana. Sí, porque Dios está en el Cielo, donde "Él ve en las
profundidades", pero también, "en el Templo de Su Gloria Sagrada" de Sión. Él
está sentado en el "Trono" de su "Reino" Eterno e Infinito, pero, también en el
"Trono sobre el querubín", en el Arca de la Alianza, colocada en el Santo de los
Santos, en el Templo de Jerusalén.
Él es un Dios, Quien está por
encima de nosotros, capaz de salvarnos con su Poder, pero también un Dios
cercano a Su pueblo, en cuyo centro, Él quiso habitar en Su "Glorioso Templo
Santo", manifestando así Su Amor. Un Amor que Él revelará, completamente, al
hacer a Su Hijo Jesucristo, "Lleno de Gracia y Verdad", "habitar entre
nosotros". Él revelará la Plenitud de Su Amor, al enviar a Su Hijo, entre
nosotros, para compartir de cada manera, excepto en el pecado, nuestra condición
marcada por pruebas, opresiones, soledad y muerte.
La alabanza de los tres jóvenes al Dios Salvador
continúa de varias maneras en la Iglesia. Por ejemplo, San Clemente de Roma, al
final de su Carta a los Corintios, inserta una larga oración de alabanza y
confianza, tejida con reminiscencias Bíblicas, y quizás, haciendo eco de nuevo,
a la liturgia Romana primitiva. Es una oración de agradecimiento al Señor,
Quien, a pesar del aparente triunfo del mal, guía a la historia a un buen
fin.
El siguiente es un pasaje:
"Tú iluminaste los
ojos de nuestro corazón
para que Te conociéramos a Ti, el Único,
Altísimo
en los altos Cielos,
El Santo, Quien está entre los santos,
Quien baja la
altivez de los crueles,
Quien frustra los planes de los pueblos,
Quien
coloca en alto a aquellos que son modestos
Y pone a salvo a aquellos que se
lamentan.
Tú, Quien enriqueces y empobreces
Quien matas y
das la vida,
el Único Benefactor de los espíritus
y Dios de toda
carne,
Quien penetra las profundidades,
Quien mira las obras
humanas,
Quien rescata a aquellos que están en peligro
Y salva a aquellos
que están en la desesperación,
Creador y Custodio de cada espíritu,
Quien
multiplica los pueblos en la Tierra,
y Quien elige, entre todos, a aquellos
que Te aman
a través de Jesucristo, Tu Hijo Bienamado,
a través de Quien
Tú nos has educado,
santificado y honrado".
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