Sent: Thursday, May 08, 2003 2:16 PM
Subject: ¡Me senti amada y liberada!

 

Quiero agradecer a la persona que escribió el testimonio “Un Sueño y Una Nueva Vida”, porque motivó a que escribiera mi propio testimonio.

 

En 1997, me detectaron una malformación arteriovenosa congénita en el lado derecho del cerebro. Cuando me enteré de esto, caí en una gran depresión porque al principio pensé que iba a morirme. Nunca he sido una persona depresiva, pero el año siguiente fue realmente frustrante para mí y comencé a sentirme muy sola y triste.

 

Antes de saber el diagnóstico, por mucho tiempo hice ejercicios todos los días y me exigía mucho físicamente… estoy segura que Dios cuidó de mí todo ese tiempo para que la malformación no sangrara.    No sé exactamente en qué momento, pero el miedo respecto a la enfermedad comenzó a desaparecer; sólo recordaba que la tenía cuando ingresaba al hospital para algún examen o las operaciones a través de cateterismo que me practicaban. Debo confesar que Dios se encargó de poner en mi camino a un doctor muy bueno (tanto espiritual como profesionalmente) que logró cerrar la malformación hasta en un 75%, pero me explicó que, a pesar de lo pequeña que era, en caso de sangrar podría producirme parálisis parcial o incluso, invadir una parte del cerebro y matarme. Solía asustarme cuando lo oía, pero después me olvidaba del tema y me sentía sana nuevamente.

 

Tiempo después me uní a un grupo parroquial a través de un retiro que me acercó mucho a Dios, pero a pesar de todo, cuando no veía que los problemas se solucionaban dudaba de Su existencia. Siempre he dicho que soy algo así como la hija rebelde de Dios, pero él siempre se ha encargado de que no me aleje demasiado. Después del retiro, todos los que participaron estaban convencidos de ese encuentro maravilloso con Dios, pero a mí me seguía faltando algo.

 

En ese mismo año, siete meses después del retiro, conocí a una señora muy buena que me habló por primera vez de Vassula Rydén. Al  principio tuve algunas dudas, pero luego y hasta ahora, para mí ha sido muy fácil creer en todo lo que leo sobre la VVeD.

 

Esta señora me invitó a su casa, a una reunión de la VVeD, y recuerdo que me regaló el primer libro de los Mensajes y unas fotocopias sobre la visita de Vassula a Sudáfrica. Me acuerdo con precisión de un párrafo en el que Vassula hablaba de la alegría que hay en el cielo cuando se convierte un pecador. Lloré y lloré hasta que me sentí libre. ¡Me sentí tan amada y liberada!

 

¡Los Mensajes han hecho tanto bien en mi vida! Leo la Biblia, aunque no muy seguido, pero lo hago.  Cada vez que alguna duda me inquieta, le pregunto a Dios abriendo alguno de los libros de la VVeD  y casi siempre obtengo una respuesta. A veces no me contesta, pero me pide que rece más o que lo ayude captando más gente para Él. Se podría decir que ahora eso es parte de mi trabajo, porque en la parroquia trabajamos haciendo retiros.

 

He dado algunos Mensajes y sé que Dios está orgulloso de mí, ya que cuando di, por primera vez, uno de los Mensajes me sentí un gran instrumento para Él, a pesar de mi pequeñez. Recuerdo que al terminar el Mensaje vino a mi mente la imagen de Jesús sonriendo…

 

He aprendido que la vida es un hermoso regalo de Dios, y sólo Él decide en que momento nos llamará a Su Gloria.

 

En enero de 2002, viví un retiro al que en mi grupo llamamos “El Profundo”. Por lo general, todos los retiros son productivos, pero creo que éste marcó mi vida. Hubo un momento, durante el retiro, en que expusieron a la Virgen y la hacían pasar delante de cada uno para que pidiéramos los favores que más deseábamos. Recuerdo que pedí todo lo que  sentía que me hacía falta, excepto por mi salud (como les decía siempre me olvidaba de ello). Cuando lo recordé, la Virgen ya había avanzado, pero al mirarla recuerdo que vino a mi mente la siguiente imagen: era como si pudiera ver una parte de mi cerebro, con todas las venas y arterias que lo forman, y una sombra junto a ellas que desapareció instantáneamente. Cuando comenté esto con el asesor espiritual de nuestro grupo, él me dijo que podría haber sido un milagro y tal vez, la malformación ya habría desaparecido, o quizás era que Dios me pedía que orara a la Virgen, Su intercesión, por mi salud.

 

Ese mismo día, por la tarde, participé en una Misa de sanación. Debo confesar que, a pesar de todo, el enemigo se encargaba que la razón dominara mi corazón, pero muy en el fondo aunque no lo decía, jamás perdía la esperanza.  En marzo de 2003, estaba programada para una operación por cateterismo, y al estar en la sala de operaciones, ¡los médicos descubrieron que la malformación arteriovenosa congénita había desaparecido!

Hace tiempo tuve un sueño en el que veía a una chica triste, asustada que estaba en una  completa oscuridad, y se oyó una voz que decía: “Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos”. Ahora me doy cuenta que esa persona era yo, alejada completamente de Dios y sé que Él se encargó de rescatarme. ¡Es asombroso como me mima y siento Su presencia en mi vida!

 

Por Cristo, más, más y más.

 

Roxana Osorio

 

 

 

 

 

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