Al principio de la primavera de 1994, yo estaba en la universidad en
los Estados Unidos. Me encontraba muy limitada económicamente, y estaba en una
completa quiebra, espiritual y emocionalmente hablando. Una noche, en la
sala de mi departamento de una sola recámara, llamé a Dios,
desesperadamente. Lo había ignorado desde mi adolescencia, pero siempre creí que
Él estaba ahí. En ese momento, yo verdaderamente necesitaba saber que Él estaba
escuchando. Ahí, sola en la oscuridad, tuve un sentimiento de consuelo. No hubo
palabras, solo sentí una Presencia que me dio una inmensa paz. Fui a la casa de
mi madre y conseguí una Biblia. Cada noche, me sentaba en el piso de la cocina,
para leer las Escrituras. No podía permitirme el lujo de tener lámparas, así que
la única luz que tenía era en la cocina. Devoraba página tras página, así de
grande era mi hambre. Empecé en el Nuevo Testamento, después de los Evangelios.
Puede sonar como una locura de mi parte, pero sentía que San Pablo era mi
maestro de Biblia. Encontré una Iglesia cercana y empecé a asistir a cualquier
Misa que pudiera, durante la semana, y por supuesto, los domingos. Empezaron a
ocurrir muchas cosas en mi alma... cosas maravillosas.
Encontré una librería Católica, cerca de donde vivía y vi unos libros
extraños escritos a mano, no con palabras impresas. Compré el volumen I y renté
un video casette de una mujer llamada Vassula. Pensé que ese nombre era muy
raro, ya que no sabía nada del idioma griego o de su cultura. Dentro de mi
ignorancia en asuntos espirituales, simplemente, acepté que Jesús le estaba
hablando. ¿Por qué no? De hecho, incluso su cara se parecía a la manera en que
yo me imaginaba que Jesús se vería. No había leído mucho del volumen I, cuando,
una noche, tuve un sueño. No fue un sueño ordinario. De hecho, puedo decir que
nunca antes había tenido un sueño así, ni desde entonces lo he tenido.
En el sueño, yo estaba en un edificio con grandes ventanales. Se podía ver
el Cielo por encima de los edificios. Noté que el sol se deslizaba a un lado. Me
volteé y vi una mujer en el Cielo. No era una mujer santa. Me pareció como una
prostituta. Debajo de ella, en letras mayúsculas estaban escritas estas
palabras: "CAÍDA, CAÍDA ESTÁ BABILONIA, LA GRANDE". Una voz leía la frase,
poderosamente, como un edicto y la Tierra temblaba ocasionando que el Cielo se
cayera, dejando solamente oscuridad. Mientras continuaba mirando, notaba una
luz, a lo lejos, quizás al otro lado del universo, según mi mente limitada.
Cuando me di cuenta de que la Luz Era Jesús, y que Estaba viniendo hacia mi,
sentí como una flecha dentro de mi corazón. Seguía fluyendo como un río de luz y
entre más se derramaba dentro de mí, más sentía que mi cuerpo estaba cambiando
en luz. Parecía que la luz casi como explotaba fuera de mí y brillaba a través
de mí a las demás personas que se encontraban en el edificio, y lo mismo les
estaba ocurriendo a ellos. Por un momento, estuve fuera de mí y pude ver la
mirada en mi cara. Nunca la olvidaré. ¡Era el éxtasis, el éxtasis
puro!
Me desperté con lágrimas en los ojos, dando gracias a Jesús. Lo único que
decía una y otra vez era: "¡Jesús, Jesús, Jesús!". Probablemente, balbuceaba
como una idiota. Ese día, más tarde, tomé mi Biblia y le pedí al Señor que me
enseñara qué significaba todo esto. En aquel entonces, yo no conocía bien la
Biblia, excepto por algunos libros escritos por San Pablo. La abrí al azar y
leí: "CAÍDA, CAÍDA ESTÁ BABILONIA, LA GRANDE" (Apocalipsis 18,2). Cerré la
Biblia sobresaltada y la guardé. Una semana después, volví y dije: "De acuerdo,
Señor. No sé lo que esto significa, pero, por favor, háblame de nuevo". Abrí el
Antiguo Testamento, el cual no conocía en absoluto, y leí: "CAÍDA, CAÍDA ESTÁ
BABILONIA, LA GRANDE" (Isaías 21,9). ¡Yo estaba sorprendida! Recé y continué
leyendo el volumen I de la VVeD.
En pocos días, sentí que Dios le explicaba a mi corazón que yo era
Babilonia, la grande, de manera puramente personal. Yo había permitido que todos
los reinos del mundo se edificaran en mi alma, con el paso de los años:
ambición, falta de amor, egoísmo, etc., etc. Ahora, Él había destruido esas
torres y había colocado una base segura, que es Él. Lentamente, ambos
reconstruiremos ladrillo por ladrillo, pero esta vez, utilizando ladrillos de
amor, humildad, Justicia, etc.
La escuela que Él usó para enseñarme fueron los mensajes de la VVeD. Desde
entonces, no puedo dejar de orar, leyendo y creciendo dentro de Su Luz. Dios
dijo que escogió a Vassula, porque ella es una "nada". Un día le pregunté a
Jesús: "Señor, si Vassula es una "nada" ¿qué soy yo?, porque, seguramente, ella
era mejor de lo que yo era". Abrí uno de los libros al azar y leí: "Tú eres la
menor de tus hermanos". Me sentí aplastada, pero al mismo tiempo, sentí una
alegría tremenda. Él inundó mi corazón con Amor y me regocijé, en el hecho, de
que soy la menor de mis hermanos. Qué paradoja es Dios: cuando soy la menor, Él
me levanta.
Esto fue hace 9 años, y decir todo lo que los Mensajes de la VVeD han
significado para mí, tomaría más páginas de que las que yo pudiera llenar. ¡Qué
Maravilloso Dios que deja a 99 ovejas para buscar a la que se ha perdido!
¡Alabado Sea Su Nombre!
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