En noviembre de 2001, Vassula fue invitada a un simposio oficial de
ecumenismo, en un lugar llamado Farfa, en las afueras de Roma. Este simposio fue
llevado a cabo, por las hermanas de Santa Brígida. Vassula iba a representar el
punto de vista de la unidad, de una persona laica. Cada participante tenía que
hablar, durante una hora, seguido por un debate de preguntas. El comité
consistía de Católicos Romanos y Luteranos. El Obispo Católico de Suecia se
encontraba ahí, al igual que, muchos profesores de teología, Monseñores y
diferentes clérigos. El simposio, de cuatro días, tuvo muchos oradores, todos
los cuales eran teólogos y clérigos, con excepción de Vassula.
Cuando
Vassula terminó su plática y estaba esperando las preguntas, para el inicio del
debate, el teólogo que dirigía el simposio estaba llorando. Entonces, él dijo:
“Este sermón, acerca de la unidad, que acabamos de escuchar ha sido el más
ferviente que he escuchado en toda mi vida. Por lo tanto, no quiero que se haga
ninguna pregunta, aquí, porque esto fue una voz profética, que estaba hablando,
y cuando se trata de profecía, escuchamos y llevamos a cabo lo que se pide de
nosotros”.